entrevista socialbrains

Esta semana tocaba en el blog de SocialBrains entrevista al menda (ES), firmada por Alfonso Piñeiro.

Y la verdad es que se ha quedado tan a gusto, sometiéndome a un array de preguntas y temáticas de la más diversa índole. Desde hacer un poco de gurú de profesiones digitales en España, pasando por temas candentes del momento como es la post-verdad, la necesidad (o más bien justo lo contrario) de dispositivos móviles de más de 1.000 euros y la utilidad real de herramientas de analítica y monitorización, hasta acabar con una de esas preguntas que siempre resulta interesante que te hagan: ¿qué tendrían que ofrecerme para que dejara mi puesto como CTO de SocialBrains?

Todo en abierto, sin cortarme un pelo en las respuestas. Como a mi me gusta.

Dejo por tanto la pieza por aquí, con la esperanza de que algunos de los temas que en ella comento puedan ser de interés de alguno de ustedes. Y ya de paso, un pedacito más de mi (sobre todo en lo que respecta a la última pregunta) que expongo por estos lares para que me conozca un poco más.

¡Que la disfrute!

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#PoniendoAPruebaAlCTO: Preguntas sobre tecnología y profesionalidad

Conocí a Pablo F. Iglesias intercambiando opiniones en Google+, en una época en la que la gran G parecía que podía aportar una alternativa válida a Facebook. Después cayó en mis manos este post suyo, y tras intentar hacer el upgrade del dispositivo que compartíamos decidí arruinarle una siesta de sábado con una llamada telefónica. Después de aquello me dije que algún día trabajaríamos juntos y hoy tengo la satisfacción de llevar varios años cumpliendo ese sueño, y encima compartiendo espacios tan insospechados como la Junta Directiva de AERCO&PSM y algún momento de creatividad en mi proyecto paralelo a SocialBrains. 

La única cosa que temo de él es el día que no pueda negarse a una irresistible oferta del mercado. Tengo tan claro que su futuro es prometedor y brillante, que siempre le recuerdo que cuando esté coleándose con las élites se acuerde de los que no tenemos más patrimonio que juntar letras con algo de acierto. Mientras ese día llega, procuro no decirle “no” a nada. Entre otras razones, porque lo normal es verle dar en el clavo. Damas y caballeros, con ustedes el futuro del Internet meidinespein.

Recientemente se presentó de la mano de Inesdi e Íncipy la edición 2018 del estudio Top 25 Profesiones Digitales. Si has podido echarle un ojo, ¿consideras que España está en una buena posición para competir en el mercado de la transformación digital? ¿Consideras que esos perfiles están en línea con lo que demanda el futuro?

En España siempre hemos tenido un nivel académico bastante bueno, y de hecho es normal que grandes multinacionales se rifen los perfiles españoles, a sabiendas de su capacidad para atraer talento de calidad.

Le he estado echando un vistazo al estudio, y en efecto, a grandes rasgos los resultados no me sorprenden. Hablamos de perfiles enfocados a la comunicación, en toda y cada una de sus vertientes. Desde aquellos destinados a planificar/implementar la estrategia de contenido (Digital Marketing Manager, Content Manager, Copywiter…), pasando por los encargados de hacer llegar ese contenido a la audiencia (SEM & SEO Specialist, Growth Hacker, Community Manager…) y terminando por los perfiles necesarios para tejer un ecosistema digital sano y funcional (CISO, Developers, Project Manager, AI Scientists…).

Quizás el mayor problema que encuentro en nuestro país es la falta de conocimiento de las necesidades reales que tienen la mayoría de las empresas… dentro de su propio organigrama. Desde arriba se piden puestos que realmente no engloban las necesidades de la organización, y ahí entra en juego el buen papel que puedan hacer los chicos de recursos humanos (dos de las profesiones recogidas por el estudio se centran en este departamento) a la hora de traducir las variables del mundo corporativo a aptitudes buscadas en los potenciales futuros trabajadores.

Y si me preguntas hacia donde debería ir el mercado, tengo claro que cada vez más se hace patente la necesidad de tener perfiles generalistas en la empresa. Personas capaces de moverse adecuadamente en entornos de profundo cambio, alejados de la hegemonía del perfil especialista de estos últimos años.

Ahí está el quid de la cuestión, habida cuenta de que todavía la mayoría de planes de estudios se centran en una sola rama del conocimiento. Me resulta absurdo ver especialistas de SEO que no saben de programación (¿tu trabajo no debería ser, además de señalar los errores y recomendaciones, poder implementarlos?), o profesionales del marketing incapaces de diseñar creatividades con un mínimo sentido de la estética (¿tiene sentido hoy en día pretender comunicar sin un apoyo visual adecuado?). Por supuesto no podemos pretender ser los mejores en todo, pero qué menos que defendernos mínimamente en las cuatro patas básicas de los negocios de la actualidad (comunicación, diseño, marketing y desarrollo).

Sé que eres un fanático de todo lo relacionado con la construcción del discurso en la era de la postverdad. ¿Cuál es el escenario más distópico que contemplas si finalmente los “malos” triunfan y siembran las plataformas sociales con un relato inventado ad hoc?

Primero de todo decir que por defecto, y aunque a veces no lo parezca, soy una persona muy positiva. Y bajo esta premisa, sé de buena tinta que aunque el tema es complejo de afrontar, como nos han demostrado Marvel y DC en estas últimas décadas, los “buenos” siempre ganan.

Dicho esto, soy un gran amante de la ciencia ficción, y en particular de los relatos distópicos. Tanto como para, de vez en cuando, publicar en mi página alguno con un hilo argumental que los une (llevo ya más de veinte relatos, así que tienes para pasar el rato). Y dentro de ese hipotético mundo en el que un buen día Donald Trump ganó las elecciones (la pieza fue publicada el 15 de septiembre del 2015, un año y dos meses antes de que algo así ocurriera) y acabara por declararle la guerra a Google (si acabo acertando también en esto ya me empezaría a preocupar…), la sociedad, varias décadas más tarde, ha acabado por implementar una suerte de red social centralizada llamada Reminder que controla, básicamente, todos los aspectos de la vida en lo que llamamos “el mundo civilizado”.

En esta plataforma, por supuesto, la historia se reescribe continuamente, por lo que siempre hay un único discurso que además comparten absolutamente todos los ciudadanos (está basado, de hecho, en todas las actualizaciones que de forma descentralizada cada usuario comparte). Ya no hay asesinatos ni trifulcas, puesto que todo queda grabado y los sistemas de inteligencia artificial son capaces de predecir si una persona va a cometer o no un crimen antes de lo que haga. De hecho, el sistema es perfecto, ya que él mismo es juez y verdugo, y al controlar tanto la información que consumen los ciudadanos como la información que gestionan los gobiernos podría, en teoría (nadie ha podido demostrarlo)ocultar cualquier falso negativo (ES).

Sigo indagando en las connotaciones éticas y tecnológicas de una Sociedad de Control, donde todo el mundo está supeditado a un valor reputacional dado por el sistema de Remider (el índice K en la distopía). Aquellos que bajan de K1,5 son expulsados a “la barbarie”, una suerte de campos desprovistos de tecnología donde cohabitan aquellos ex-ciudadanos del mundo civilizado que no han sido capaces de entrar por el aro. Un lugar en el que la gente sigue muriendo de enfermedades, sigue envejeciendo como antaño.

Y todo esto es gracias a un sistema que, como decía, controla absolutamente todo discurso. Con la pretensión de evitar las guerras y las confrontaciones hemos llegado a alimentar un mundo distópico donde la verdad tiene una única lectura, que puede o no haberse basado en hechos reales.

Afortunadamente, y al menos fuera de sociedades como la china, estamos aún muy lejos de un escenario semejante. Y quiero pensar que jamás llegaremos a él.

Vamos con una de tecnología móvil, como usuario que eres de Android One. ¿Tiene sentido hoy por hoy adquirir un terminal “tope de gama” Android por un coste de alrededor de 1.000 €, cuando probablemente dejará de recibir actualizaciones antes de que pasen dos años? ¿Son importantes las actualizaciones, o son un “asunto menor”?

Lo comentaba no hace mucho a colación de la salida al mercado de los primeros terminales Android OneAndroid One es lo que Android debería haber sido desde un principio.

Mira que trabajo con tecnología, y aun así, sigo viendo estúpida la pretensión que tiene la industria de que cambiemos nuestros dispositivos cada año. Si el smartphone, o la tablet, o el ordenador funcionan, ¿por qué deberíamos cambiarlo?

Porque los tiempos cambian y las necesidades van acorde con ello, ¿verdad? Pero ahí está la suerte que nos brindan estos dispositivos, y es que afortunadamente un producto tecnológico está formado por hardware (el cual debería tener un ciclo de vida relativamente alto) y software (muchísimo más flexible en cuanto a actualización).

De ahí la importancia que tienen programas como el de Android One. La premisa es que cuando un terminal sale al mercado debería salir preparado para todas las problemáticas del momento, pero en un entorno de profundo cambio, como es en el que vivimos, estas problemáticas se van a quedar obsoletas en apenas unos meses. Por tanto, vamos a forzar a toda la cadena de producción de dispositivos a como mínimo asegurar que durante los próximos dos años el dispositivo va a recibir actualizaciones mensuales. En el caso de Android One, lanzadas desde el fabricante (no desde Google); en el caso de los Nexus, desde la propia californiana. Así mantenemos el hardware, que es lo que más duele al bolsillo del consumidor, y generamos un ecosistema tecnológico menos peligroso y más funcional.

Respecto al precio, al menos en mi caso lo tengo bien claro. Para el 99% de la sociedad, hoy en día un móvil de gama media (unos 200-300 euros) es más que suficiente. No le va(mos) a sacar partido ni a una cuarta parte de todo lo que nos ofrece, pero al menos ya vendrá con una cámara más o menos decente y con un hardware con un ciclo de vida aceptable.

¿Que tienes 1.000 pavos y quieres gastarlo en tener lo último del mercado? Adelante. Necesario no es, como tampoco lo es vestir ropa de marca y el resto de caprichos que nos damos a diario. Con un móvil de 1.000 euros vas a poder hacer exactamente lo mismo que haces con uno de gama media, simplemente que éste vendrá con mejor hardware, y ahí estás pagando la innovación y el desarrollo que lleva asociado.

Pero lo que sí recomendaría es que hoy en día apostemos sí o sí por terminales que cuenten con una política de actualizaciones asegurada. Como es el caso de los Android One en Android, como ocurre con Windows10 en los productos de Microsoft, o como ocurre con los dispositivos de la manzanita (MacOS e iOS). Y ojo, que todavía hay terminales “tope de gama” que no ofrecen garantías de actualización…

¿Qué conclusiones profesionales extraes de tu dedicación en los últimos años a herramientas de escucha activa, monitorización y analítica? ¿Las consideras realmente herramientas útiles como vectores de negocio?

Sí y no. Me explico.

Por supuesto, son productos que se venden solos, ya que la propia industria los está demandando. Sin ir más lejos, leía ayer la pieza publicada por la filósofa italiana Gloria Origgi sobre cómo ya hemos entrado en la era de la reputación (EN). Que hoy en día, más que tener acceso a la información, lo que necesitamos es encontrar la fórmula para acceder a la información que queremos consumir. Es decir, a la información “curada”.

Y en efecto este tipo de herramientas nos ofrecen una base desde la que empezar.

¿Cuál es el problema? Precisamente éste, que son una base, y que sigue siendo necesario tener delante de la pantalla a analistas de carne y hueso capaces de dejar de lado la subjetividad humana innata en cada uno de nosotros y ser profesionales con sus análisis.

Que la herramienta es justo eso, una mera herramienta, y depende del uso que le demos para que ésta se vuelva profundamente útil para nuestros intereses, o un absoluto despropósito.

Y sí, al final me tiro a lo de siempre. Que más que tecnología, lo que necesitamos es educación. El entender el mundo que nos rodea, el labrarnos una opinión crítica frente a todo lo que consumimos, venga firmado de quien venga.

Pretender que por tener acceso a una licencia de X herramienta vamos a empezar a facturar a clientes es una mera utopía. Hace falta tener vocación por pelearse con los datos, por entender de estadística y por volverse a la vez más y menos humano según la fase de análisis en la que estemos. Esos perfiles generalistas de los que hablábamos unas preguntas más arriba, heterogéneos, con muchas habilidades blandas tan difíciles de cuantificar en un proceso de selección de personal.

¿Qué te tienen que ofrecer (y quién, y cómo), para que tus obligaciones te tuvieran que poner en la decisión de abandonar (con tristeza y nunca un hasta siempre, lo sé) el barco de SocialBrains? Más que nada, por si logramos conjurarlas a tiempo 😉

¡Vaya! Y yo que pensaba que la última pregunta sería la fácil… :D.

Mira, creo que ya llevamos el tiempo suficiente conociéndonos como para que sepas un poquito de mi forma de pensar.

hoy en día en un proyecto empresarial busco tres puntos:

  • Que me plantee nuevos retos: He trabajado en gran empresa y todo ello me ha servido para darme cuenta que después de unos meses, si sigo haciendo exactamente lo mismo, acabo perdiendo el interés por el trabajo. Además es curioso, porque suele ocurrir cuando tengo ya sumamente interiorizado los procesos internos del mismo (ergo, le tengo que dedicar menos tiempo). Debe ser que disfruto de esa sensación de intentar domar al cambio :).
  • Que sea flexible: En el tiempo que llevamos trabajando juntos bien sabes que me han salido oportunidades de trabajo que como mínimo merecían una consideración. Y entre ellas, la posibilidad de haber trabajado en Google era una de las que hasta el momento había sido mi objetivo. Sin embargo, me han servido para darme cuenta que más allá del tema económico (está claro que hoy en día cualquiera de nosotros podríamos estar cobrando muchísimo más en una gran empresa)lo que de verdad valoro en el momento de vida que me ha tocado disfrutar es la flexibilidad absoluta que tengo para desempeñar mi trabajo desde donde y cuando quiera. ¿Que un día por lo que sea quiero tenerlo “libre”? El día anterior trabajo el doble y lo programo todo. ¿Que esta semana me apetece trabajar desde el norte de España? Pues simplemente lo hago. ¿Que me ha salido un viaje a X parte del mundo? Lo hablo con vosotros y sé que en la medida de lo posible vamos a encajarlo con mis obligaciones. Sabes que soy un culo inquieto, que me gusta viajar demasiado, y eso es en la mayoría de las ocasiones incompatible, o como mínimo daría más de un problema, con muchos de esos trabajos supuestamente “más recomendables” a nivel económico y de estatus social.
  • Que me permita seguir aprendiendo: Algo que sigo haciendo cada día, y que me encanta. Y ya no solo a nivel profesional, sino también a nivel personal. Con la cabeza que tiene para la estrategia el señor De Silva, que a veces da hasta miedo, y con la forma de hacer negocio que tienes tú, que sale desde el corazón, y que es para enmarcarla junto a la foto del Rey. Con la posibilidad de enfrentarme a escuchas sobre temáticas que quizás no controlo, y que me hacen investigar y comprender mejor al resto de humanos (G.G).

Son, como puedes ver, tres puntos fuertes que tiene SocialBrains. Somos personas adultas y profesionales, y por tanto podemos trabajar cada uno desde donde, como y cuando nos de la real gana, que tenemos todos claro que hay que cumplir los objetivos marcados. Y por la propia idiosincrasia del sector en donde nos movemos (BI, Social Intelligence…) nos toca enfrentarnos periódicamente a derroteros totalmente distintos (nuevos clientes, nuevas escuchas, nueva estrategia…).

Mientras pueda seguir ejerciendo mis labores bajo estas tres premisas, veo complicado que alguien consiga seducirme más de lo que habéis hecho vosotros en todo este tiempo. E incluso si así fuera, quiero pensar que podría compaginarlo con lo que hacemos por aquí. Soy de los que piensa que toda oportunidad personal es una oportunidad de negocio para la compañía, y de ahí que no me importe acercar posturas cuando sale algo en lo que creo que ambas partes podríamos salir beneficiadas.

¿Quién será el próximo al que entrevistaremos? ¿Y sobre qué? Puedes enviarnos tus preguntas desde el formulario de contacto (ES) o directamente al correo de un servidor (ES).