Hace unas semanas, un lector de esta página (¡gracias Luis!) me escribía por Instagram para preguntarme sobre las cold wallets, y en especial, sobre si el artículo que publiqué el 1 de febrero era mío o pertenecía a algún tipo de campaña publicitaria encubierta, ya que había leído algo muy parecido recientemente en una revista de latinoamérica llamada Seguridad&Defensa.
Obviamente, fui rápido a ver de qué se trataba ese artículo, y para mi sorpresa, era un plagio descarado del mío, con frases e incluso párrafos exactamente iguales.
- Reportaje plagiado en la revista (ES/eliminado ya por la revista, como explicaré más adelante).
- Artículo original en mi página (de un mes antes de que se publicase la revista).
Que por haber, y fíjate lo que te digo, habían hasta dejado un (EN) que es la coletilla que pongo yo siempre a los enlaces externos que están en inglés ((EN) para el inglés, (ES) si están en español, (CH) si están en chino…).
Eso sí, no había mención alguna a la fuente.
Sin embargo, la última página del reportaje la firmaba un tal Adolfo M. Gelder, un supuesto consultor de seguridad venezolano, con su foto y todo bien colocada como presunto autor del texto plagiado.
Vamos, que no había margen de duda.
Entiendo que de vez en cuando me encuentre por ahí con artículos «inspirados» en otros artículos míos.
Es más, también soy consciente desde hace mucho que puede que otros lleguen a las mismas conclusiones que llego yo en una investigación.
Esto último, de hecho, me pasó hace ya unos años con una persona que me acusaba a mi de haberle plagiado en un artículo en el que hablaba de cómo el SSL no marcaba ya legitimidad, sino solo privacidad. Esta persona, obviamente, debía pensar que esa idea era única suya, cuando la realidad es que muchísimos otros ya habríamos llegado a la misma conclusión.
Es algo totalmente normal, como ya comenté en esa pieza sobre la estigmergia, ya que a fin de cuentas todos aprendemos de todos, y en una sociedad tan hiperconectada, el llegar a los mismos puntos desde diferentes fuentes no es algo que ocurra con poca frecuencia precisamente.
Pero hay una diferencia clara entre lo que es una inspiración (picas de aquí, picas de ahí, y luego le das tu forma en tu cabeza para trasladarlo a tu audiencia), y lo que es copia directa, que es lo que hizo este tal @Adogel (ES) con mi publicación.
Ahí no había estigmergia que valiese. No hubo análisis de ningún tipo, simplemente copió el artículo casi por completo, con frases y párrafos tal cual yo los había escrito, e intentando eliminar (aunque no lo consiguió del todo) algunos puntos en donde hablaba en primera persona de mi experiencia con las cold wallets, atribuyéndoselo a sí mismo.
Por su perfil de LinkedIn (ES), por cierto, compartía el mismo día el artículo como si fuera suyo, para darlo a conocer a su audiencia. Obviamente, no me pude quedar callado G.G.
Índice de contenido
Aviso a la revista
Lo primero que hice, tras ver los pocos escrúpulos que había tenido el señor Adolfo Gelder plagiando un artículo mío y atribuyéndoselo en una revista del sector de la seguridad, fue enviarle un mail a la revista exigiendo soluciones.
Todo lo que un servidor publica en esta página está protegido bajo licencia CC de atribución, como puedes ver en el lateral de cada pieza (si me visitas desde el escritorio), o al final de la misma (si me visitas desde móvil). Eso quiere decir que un tercero puede usar la parcial o totalidad de mis textos, incluso con fines económicos, siempre y cuando como mínimo mencione que ese texto fue escrito por mí.
Por supuesto, no aparecía mención alguna a mi persona en el texto, y por ende, se trata de un incumplimiento de licencia que afecta tanto al plagiador, como también a la revista, cuyo deber es cerciorarse de que el contenido que publican es original.
He de decir que el director de la revista me respondió apenas un par de horas más tarde, totalmente avergonzado, y pidiéndome perdón por lo ocurrido, en un ejemplo de buena gestión de crisis reputacionales.
Tanto es así que incluso ha conseguido que me anime a enviarles alguna pieza para futuras ediciones. Es decir, que ha transformado un problema reputacional en una oportunidad de «fichar» a alguien más para publicar en su revista.
Además, y como me dejaba claro, tomará medidas obviamente contra el responsable del plagio, que no es otro que el supuesto autor del artículo robado.
A los pocos minutos de recibirlo, por cierto, procedieron a eliminar el contenido de ese reportaje de la versión digital de la revista, volviéndome a escribir para pasarme el enlace donde, efectivamente, ya no aparecía.
Esta es, sin lugar a dudas, la única manera correcta de actuar en estos casos. Reconocer el error, pedir disculpas y estar dispuestos a enmendarlo a cualquier precio.
Por esta parte, ¡touché!
Hago público el plagio de Adolfo M. Gelder en Twitter
Mientras tanto, contacto de forma pública con el susodicho por Twitter explicando el caso, para que lo vea todo aquel interesado y juzgue por sí mismo.
Un tal @Adogel ha PLAGIADO Y COPIADO descaradamente un artículo mío en el nº41 de la revista #Seguridad&Defensa#PLAGIO: https://t.co/wLwMfKbioo (página 24-25-26)
— Pablo F. Iglesias 💻🛡 (@PYDotCom) March 1, 2023
ORIGINAL: https://t.co/ST9OGgbLbO
Por dejar ha dejado hasta el (EN) que siempre meto en los enlaces en inglés… 😞
El tweet tiene bastante visibilidad, y no pocos conocidos del sector se hacen eco del plagio.
Una búsqueda rápida por su nombre en Google (ES) me sale el resto de revistas donde ha colaborado, y en donde, por supuesto, informo públicamente de este hecho. También obtengo más enlaces en otros buscadores, lo que me lleva a su perfil de Linkedin y a alguna colaboración más en otras revistas y medios de latinoamérica.
La respuesta de Adolfo M. Gelder
El susodicho me respondería horas más tarde, y al correo que entiendo que la revista le reenvió.
En él, se «excusa» de que debido a sus responsabilidades profesionales no siempre puede escribir los artículos, teniendo que copiar los de los demás para poder escribir en todas las revistas con las que colabora.
Hay que tener caradura…
Que no siempre lo hace, ojo. Pero que bueno, a veces le toca hacerlo (pobrecito…) y por supuesto lo de meter la fuente original como que no entra en sus planes.
En todo caso, está dispuesto a pedir disculpas púbiicamente, cosa que por supuesto le pido que haga.
Horas más tarde, en efecto, publicó un tweet y una publicación en LinkedIn (ES) pidiendo perdón y asegurando que no volvería a ocurrir.
Ya veremos…
La respuesta del susodicho después de reconocer vía email el «error» y pedir disculpashttps://t.co/iJ9Y5jcRYu
— Pablo F. Iglesias 💻🛡 (@PYDotCom) March 2, 2023
ACTUALIZACIÓN: Cinco días más tarde, en el momento de publicar este artículo, veo que tanto esa disculpa en Twitter como en LinkedIn ha sido borrada. Dejo igualmente los enlaces para que se vea que ya no están disponibles.
Debe ser que en efecto el señor Adolfo M. Gelder G. está muy arrepentido, sí…
Vamos, que esta persona va a seguir haciéndolo, ya que le importa una mierda plagiar el contenido si con ello consigue un poco de atención mediática.
Miedo me daría delegar la seguridad de mi organización en una persona así, la verdad…
Un problema fácilmente solventable con un mínimo de moderación básica
Desconozco si el señor Adolfo M. Gelder ha cobrado o no por este artículo, pero lo cierto es que viendo que el contenido es prácticamente igual, con frases y párrafos copiados descaradamente, me pregunto el por qué la revista, antes de permitir a un tercero publicar, no hace como mínimo una búsqueda rápida en Google con extractos de los reportajes que les envían para saber si ese contenido es original o no.
Si lo hubieran hecho con este artículo, rápidamente se hubieran dado cuenta de que se trata de un plagio, y habrían evitado esta crisis reputacional.
El director me reconocía que debido a la trayectoria profesional del susodicho «quizás» no habían puesto las medidas oportunas para evitar que algo así ocurriera. Pero es de sabios rectificar, por lo que estoy seguro que algo así no les volverá a pasar de aquí en adelante.
Y como bien decía Marina Brocca por Twitter, del lado del plagiador, espero que este bochorno, que recordemos venía de parte de la industria donde en teoría él trabaja, se podría haber evitado si hubiera tenido en cuenta que el plagio, en un entorno digital, tiene las patas cortas, y que por tanto se acaba pillando rápido.
Por lo pronto, dejo este artículo, que esto sí que no va a poder borrarlo, disponible y asociado a su nombre, para que cuando el día de mañana alguien le busque por Internet sea uno de los primeros enlaces que aparezcan.
Que al menos sepan con qué tipo de «profesional» van a trabajar.
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Esto me recuerda al libro que termine de escribir esta semana, el paisanu de los anillos. Trata de un viaje hasta mandril, una ciudad imaginaria llena de orcos, para destruir una bisuteria barata que el prota compro en un mercadillo en basauri durante unas fiestas.
Jajajaja, no sé de qué me suena… xD