el hijo pelicula

Hace un par de semanas, aprovechando La Fiesta del Cine, fuimos a ver BrightBurn (ES), que por España la han traducido en un alarde de genialidad como El Hijo (loco me volví para encontrarla frente a los horarios del puesto de venta sin poder asociar su nombre al cartel promocional).

Era eso o ir a ver Hellboy, pero lo cierto es que nos apetecía más, tanto por temática como sobre todo por la idea de pasar algo de miedo. Y de hecho, con un 5,9 que tiene por filaffinity, a Èlia en el viaje ya le dejé claro lo que íbamos a ver.

No esperes más de lo esperable: una película para pasar el rato.

Y la cuestión es que, quizás con unas perspectivas ya tan bajas, el resultado me gustó.

Es, a todas luces, lo que esperas que sea.

De hecho éste es quizás el punto más pobre de la obra. Que te esperas prácticamente todo. Y como mucho te va a sorprender ligeramente al final.

Pero vaya, que El Hijo me da pie a hablar de un tema de mayor trascendencia: El del metagénero de los superhéroes.

Los superhéroes más allá del thriller de acción y la comedia

Históricamente la aparición de los superhéroes en el celuloide ha estado sistemáticamente asociada a películas que bien podemos catalogar como thrillers, con algún que otro guiñó al género de la comedia.

Y la razón es obvia: Prácticamente lo que hace de alguien «un superhéroe» queda mejor reflejado en sus capacidades para salir de entuertos a priori imposibles. Que le podemos poner delante un nudo que una persona de carne y hueso no va a poder sobrevivir, para ver cómo éste sí lo hace.

Lo que me ha gustado de «El Hijo» es que no tira por ese camino ya tan recorrido. Estamos ante una película de superhéroes, claro, pero aquí la acción queda en un segundo o tercer plano, centrándonos en la parte «humana» y «alienígena» del protagonista, y transformando lo que bien podría haber sido otra reinterpretación pobre de Superman en algo «nuevo».

Ver el trailer (ES)

¿Y si Clark Kent nos hubiera salido rana?

Este es todo el trasfondo que debes conocer para poder disfrutar de «El Hijo».

David Yarovesky (quizás su obra anterior más conocida, si podemos definirla como tal, sea The Hive) reimagina la manida historia de un niño caído del cielo en un rancho americano y recogido por unos padres que casualmente estaban faltos de descendencia.

Los primeros 10 años transcurren como se esperaría, cuidando al niño como si de un hijo adoptado más se tratase. Que vale que en la época en la que se escribió Superman lo mismo hasta algo así tenía sentido, pero pretender que nos creamos que en pleno siglo XXI en un país desarrollado alguien se pueda sacar de la manga un bebé y adoptarlo legalmente sin que no salten las alarmas es ya pecar de ingenuo.

Pero oye, lo aceptamos porque aquí hemos venido a reimaginar la historia del Gran Superhéroe. O mejor dicho, de lo que hubiera sido ese Clark Kent de 10 años si, de pronto, entre las primeras espinillas de la pubertad, algo en su interior le incitase a ocupar su legítimo trono como ser superior que es entre el resto de humanos.

Con esta premisa, en la hora y media que dura el film iremos acompañando a ese inexpresivo niño desde su estado inicial (el típico empollón de clase marginado) al supervillano perfecto. Un ser alienígena sin escrúpulos que no dudará en acabar con la vida de todo aquel que ose interponerse en su camino.

Y aquí está el que para un servidor es el punto más desaprovechado de la propuesta. El Hijo pasa de ser un adorable chico de 10 años a un cabrón sin escrúpulos en cero coma. Dos o tres escenas bastan para que deje su humanidad a un lado y abrace la filosofía kantiana de Thanos.

Se pierde así la oportunidad de haber generado un discurso ético que vaya más allá de una película para comer palomitas y (si el clima lo permite) taparse debajo de una manta.

Porque, y esto es lo que me lleva a hablar de esta obra, El Hijo está sin lugar a duda enmarcado dentro del género de terror.

Y de hecho, no es el único que ha jugado con este género aprovechando la figura de un superhéroe.

Vía libre para considerar los superhéroes como un metagénero cinematográfico

Se me viene a la mente ese magistral Múltiple a cuya trilogía le dediqué una pieza no hace mucho.

Dejando al lado el brillante giro que nos llevó a conocer solo al final de la misma que ésta formaba parte de una serie, M. Night Shyamalan se decidió a crear una pieza de terror sobre un hombre con trastorno de personalidad múltiple que llega a ser capaz de cambiar su metabolismo para transformarse en lo que bien podemos considerar un supervillano.

Y podría haberlo hecho abrazando, como todo el mundo, el género de la acción. Sin embargo, está rodada utilizando los mismos elementos narrativos que tiene cualquier otra película de terror.

Ver el trailer (ES)

Estos días, por cierto, se ha estrenado en EEUU Swamp Thing (supongo que por España la traducirán a «La Cosa del Pantano» o «El Monstruo del Pantano»), otra reinterpretación de un superhéroe trasladado a una serie que al menos a priori tiene pinta de buscar más los planos lentos y la tensión del género de terror que el esperable «viaje del héroe».

Una serie de DC que, por cierto, ya ha sido cancelada. Solo se publicará la primera temporada (9 episodios) pese a haber tenido un gran éxito mediático (parece que la cancelación tiene más que ver con temas financieros que con la propia obra).

Ver el trailer (EN)

Sin olvidarme, por supuesto, de Los Nuevos Mutantes. Esos X-Men secundarios que llegarán en agosto a los cines utilizando éste género como base para abrir el aún poco explotado Universo Mutante, ahora que las licencias van poco a poco volviendo a Disney y que Avengers anda falto de nuevos héroes y villanos con los que seguir la trama.

Ver en Youtube (ES)

Y con BrightBurn tenemos otra propuesta que rema precisamente por hacer del mundo de los superhéroes un metagénero, no un género en sí mismo. Un lienzo en blanco, trasladado con mayor o menor acierto, que se presta a que sea el director quien decida qué tipo de obra quiere producir, y no al revés.

¿Recomiendo ir a ver «El Hijo»?

Sí siempre y cuando sepamos qué vamos a ver. Sí si somos amantes del género B, y si disfrutaste, como es mi caso, de películas como Cabin of the woods o The Hills Have Eyes.

No si buscas una obra maestra de superhéroes, o esperas no poder dormir esta noche.

Hay sustos, hay un buen ritmo, el director no le hace ascos a rozar aunque sea sutilmente el gore cuando hace falta, pero la historia creo que podría haber dado para más.

En todo caso, y como ya he dicho, un servidor la ha disfrutado. Y supongo que la mayoría vamos al cine para esto, no para profundizar en debates filosóficos…

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