Ni DDoS a páginas webs, ni ingeniería social enfocada a obtener el acceso de las cuentas en redes sociales. Lo que se lleva ahora es más rastrero y difícil de contrastar: atacar con bots de nuevos followers.

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Esto mismo contaba el fin de semana el DailyDot (EN). La pesadilla de observar cómo tu medio aumenta de la noche a la mañana en 75.000 nuevos seguidores. Porque sí, porque no es natural, y tanto tú como Twitter sabe que algo está pasando.

Lo siguiente, echarte las manos a los pelos al ver que tu cuenta es cancelada, en espera de que demuestres que en verdad no has comprado seguidores, y que el resto de compañías informan del abuso que estabas intentando ocultar. Y aquí está el problema ¿Cómo demostrar lo contrario?

En el caso que nos compete, resulta que pueden, presentando quien al parecer fueron los hostigadores, una empresa de social media (EN) con muy pocos escrúpulos a la que DailyHot había destapado no hace mucho, pero por regla general, tienes poco que hacer para demostrar lo contrario.

Los tiempos cambian, y la pérdida de reputación empieza a ser tanto o más valiosa que el propio recurso que ofreces. Para un medio digital como DailyHot, haber perdido la cuenta de Twitter no solo significa perder uno de los canales más importantes, sino que la noticia, que seguramente trascendería, acabe por manchar para siempre la buena imagen de la marca, con la pérdida de suscriptores asociada.

Esto extrapolado a cualquier ámbito (el caso de Mitt Romney (EN) en la campaña presidencial es un claro ejemplo que seguro motivó su derrota, tanto si de verdad tenían culpa como si no), y sin necesidad de conocimientos técnicos de ningún tipo. Simplemente tener dinero para la compra de followers. Inflar los datos de la competencia para desacreditarla. Atacar ahí donde más duele, y en muchos casos, sin dejar rastro. Aprovecharse de la dependencia de los servicios de terceros y sus propias normativas, tergiversándolas al interés de quien está en la sombra.

Ahora es Twitter, antes también fue Youtube. Lo próximo es cualquier espacio digital. Confianza y reputación, fácilmente manipulables.