la culpa es de windows

Por si no lo sabe, mientras estaba de viaje por Polonia, Microsoft Ibérica se puso en contacto conmigo para avisarme que había sido elegido entre todos los insiders como uno de los primeros PC Ambassadors de la compañía. Y entre las ventajas está el que estos días esté probando el Lenovo MIIX 510 que puede ver en la imagen.

El dispositivo no lleva lo más puntero respecto a potencia (si buscas la flexibilidad de un convertible hay que hacer concesiones), pero sí es capaz de aprovechar al máximo todas las nuevas funcionalidades de la última actualización de Windows 10, la Creator Update. Aunque sobre esto ya publicaré en unos días una review en profundidad. Deme tiempo para probarlo todo a fondo :).

De lo que quería hablarle hoy es de esa tendencia a criminalizar el sistema operativo cuando surge cualquier problema. Algo en lo que seguramente todos hemos caído en alguna que otra ocasión, y que salpica en mayor cuantía a Windows y a Android simplemente porque en sus respectivos mercados cuentan con una clara dominancia.

En el caso del sistema operativo de escritorio la cosa, para colmo, se acentúa, habida cuenta del histórico de éxitos y fracasos que ha tenido la multinacional (los segundos siempre pesan más que los primeros), y de la propia cultura heredada por los usuarios.

Y lo voy a hacer poniendo de ejemplo varias situaciones que de una u otra manera han llegado hasta mis oídos o he vivido en mis propias carnes.

Windows me da X problema después de haber actualizado

Que tenga constancia dos amigos han tenido problemas estos días después de actualizar a la Creators Update. Básicamente el dispositivo no conseguía iniciar, quedándose con el aspa de Microsoft dando vueltas.

Hablando con ellos, la culpa, por supuesto, era de Windows. A fin de cuentas, ¿qué puede ser si no? Veamos :).

Cuando Microsoft saca al mercado una nueva versión, dicha versión lleva literalmente meses en manos de cualquier desarrollador interesado en probarla. Para eso, de hecho, está el programa insider (ES) y las betas. Y es deber de los programadores testear que en efecto nuestros programas funcionan perfectamente antes de que ésta acabe saliendo al mercado.

Para colmo algunos usuarios ni se molestan en actualizar las cosas, por lo que es posible que, bien sea porque la desarrolladora ha esperado hasta el último momento para compatibilizar 100% su producto, bien sea porque aunque la desarrolladora lo ha hecho, el usuario le ha dado a instalar la nueva actualización de Windows antes de tener actualizado un programa tan crítico como es el antivirus, algunos usuarios de Comodo Antivirus y de Avast (que tenga constancia) se quedaban a medio camino. Y lo mismo aplica a esos errores que pueden aparecer debidos a fallos de drivers.

Lo que ve el usuario, no obstante, es un fallo de Windows. Aunque Microsoft tenga aquí poca culpa.

Para solucionarlo basta con desinstalar el antivirus y/o volver a instalar una versión ya compatible del driver que está dando problemas. Algo que podemos hacer directamente (siempre y cuando podamos acceder a Windows), entrando en el modo de prueba de errores (se suele poder entrar dejando apretado F4, F5 o F6, según el caso, a la hora de reiniciar el dispositivo), o recuperando el sistema a un estado anterior.

Pero recalco, el problema se debe a un software de terceros que no ha sido actualizado. Con que alguno entorpezca la actualización o el buen funcionamiento del sistema, o no funcionará, o dará problemas.

Windows me va lento

El que un dispositivo funcione más lento de lo normal puede deberse a mil y un razones, y previsiblemente a la suma de unas cuantas. Pero las más habituales que me he encontrado son:

  • El hardware está obsoleto: Por mucho que nos gustase, ese Pentium IV que lleva en casa ya una década no va a funcionar jamás como funcionaba cuando lo compramos. Todos los componentes físicos se van degradando con el tiempo, sin olvidar que el software se desarrolla con el ojo puesto en lo nuevo, no en lo antiguo. Y aunque Windows permita seguir funcionando con él (un hándicap del cual hablaré más adelante), no significa que las condiciones sean las idóneas para ello.
  • Los limpiadores de basura tienden a hacer más mal que bien: Sobre todo en nuestro sector existen aún costumbres heredadas de épocas pasadas. Herramientas como CCleaner o Antyspyware, junto con la mayoría de antivirus gratuitos, no hacen más entorpecer el buen funcionamiento del sistema, y con el tiempo acaban dando más problemas de los que a priori solventan. Windows 10 ya borra la caché por defecto después de haber pasado 30 días, y el registro de Windows se mantiene lo suficientemente saneado como para que esa lentitud no se deba al propio SO, sino a toda la basura que le hemos metido y cuyos demonios están permanentemente operando en segundo plano.

Windows es una plataforma insegura

Insegura lo es hoy en día cualquier plataforma, tenga el nombre que tenga. Pero que Windows goce de este desafortunado calificativo se debe más a factores exógenos que endógenos. Me explico:

  • Windows es inseguro… si seguimos utilizando Windows XP, o utilizamos una versión pirata: Es de cajón. Un sistema operativo que salió hace 16 años y que ya está deprecated, no recibe actualizaciones, ergo es inseguro. Y el caso de aquellos que siguen empeñados en utilizar versiones pirata del SO están en la misma situación (no van a recibir actualizaciones, y por tanto, cualquier nueva vulnerabilidad les afectará). Algo que hemos vivido recientemente con el aprovechamiento por parte de algunos cibercriminales de DoublePulsar, una de las herramientas de hacking utilizada por la NSA, y cuyos exploits Microsoft ya había parcheado hace tiempo (EN).
  • Para Windows hay más malware… porque hay más dispositivos que infectar: Al igual que le pasa a Android en móviles, el que Windows sea el SO de escritorio más utilizado hace que, de facto, la industria del cibercrimen destine más recursos en atacarlo. Cuando el objetivo es generar más ingresos, lo suyo es dirigirse al trozo de pastel más gordo, ¿verdad?
  • Aún teniendo mil y un software anti-todo, me siguen entrando «virus»: Algo sobre lo que ya he hablando en más de una ocasión. Ni siquiera Windows Defender puede evitar que un usuario acepte la instalación de una extensión fraudulenta, o haga click en un enlace de phishing. Pero ni Windows Defender, ni cualquier otro anti-loquesea. De ahí mi postura con este tipo de software, que compartía no hace mucho a colación de un tenso debate sobre el papel del antivirus en la actualidad. La mejor herramienta para securizar nuestro sistema operativo es usar el sentido común. Y a falta de él, dejarse guiar por las recomendaciones de seguridad que Windows Defender intenta darnos.

Comparando peras con manzanas

La mayoría de pestes con el funcionamiento de Windows se deben, bajo mi humilde opinión, a todo el ecosistema que históricamente ha tenido Microsoft.

Por un lado, para el grueso de la sociedad Windows ha sido un SO que no han elegido, sino que les ha sido auto-impuesto. En la educación, en la administración, en la empresa, lo que solemos encontrarnos son precisamente dispositivos viejos o con características técnicas muy limitadas, cargados de un historial de mal uso (antiguos usuarios, trabajo dentro de entornos acotados como son las intranets corporativas o los servidores en remoto…), y que normalmente corren versiones antiguas y hasta piratas del sistema operativo. Es decir, hardware obsoleto o de entrada, con software de hace varios años, sujeto a jornadas intensivas de explotación con un consumo de recursos no equiparable a los necesarios, que debe competir ideológicamente con la experiencia de usuario que muestra la publicidad y que solo da la gama media-alta.

El que Windows haya sido además un sistema operativo retrocompatible complica aún más las cosas. Algo que a priori es bueno para el usuario (a fin de cuentas alarga el ciclo de vida del hardware), encuentra la horma de su zapato cuando somos conscientes que es a costa de empeorar la usabilidad y seguridad del mismo (para que algo sea compatible con versiones anteriores es necesario que las nuevas funcionalidades cohabiten con las antiguas, añadiendo complejidad al background).

La estrategia seguida por Apple en este sentido es diametralmente distinta. Mientras todos sus dispositivos pertenecen a lo que podríamos denominar gama alta, y su SO está creado exclusivamente para funcionar en un hardware específico, en Microsoft encontramos un SO que debe funcionar con cualquier configuración de hardware, con toda la complejidad que ello entraña.

Resumiendo…

Si queremos hacer comparativas, lo justo es hacerlas con dispositivos que tengan unas características semejantes (última versión del SO, sin capas de software innecesario, corriendo en un hardware de especificaciones simétricas). Y ahí las diferencias son mínimas. Más dependientes de criterios subjetivos que a la frívola objetividad de los benchmarks.

Quien escribe estas palabras lleva obligándose a cohabitar a diario con Windows, MacOS y Linux desde hace ya algo más de una década. Creo que es mi deber como analista utilizar toda la tecnología que está a nuestra disposición y no cerrarme únicamente a aquello con lo que quizás estoy más cómodo. A nivel personal y también a nivel profesional. Con dispositivos de gama de entrada (antes del Asus tuve un PC clónico y también trasteo de vez en cuando con el HP de mi pareja, a medio camino entre notebook y portátil) y con terminales de gama media-alta como mi iMac de 27″, como mi querido HP Spectre X360 y como el nuevo Lenovo Yoga 710, que tengo ahora mismo justo en frente. Pero tengo claro que en igualdad de escenarios, la comodidad de Windows 10 en un convertible no la cambio por nada del mundo.

Eso sí, con un hardware a la altura, con un uso adecuado, y sin cargarlo de capas de software innecesario. La experiencia One Microsoft que tanto me convenció en su día, pulidos ya aquellos aspectos de usabilidad y privacidad que, aunque revolucionarios, no estaban aún maduros en Windows 8 y 8.1.