youtube red

Hace unos días conocíamos las propuestas de producción propia que Google va a llevar a cabo dentro de su servicio Youtube Red. A saber, un nutrido grupo de series y películas, apoyadas en casos del éxito de algunos de sus Youtubers estrella, con financiación y recursos millonarios, como el resto de estrenos televisivos que habitualmente las cadenas de televisión, y ahora también algunos servicios y compañías tecnológicas, están desarrollando.

La idea es tan sencilla como evidente. Mientras en España, el actual presidente de la Academia de cine se vanagloria de no tener ordenador (ES), y del grave momento que vive la industria debido al auge de internet, en el resto del mundo, las grandes tecnológicas mueven ficha por acaparar el interés del espectador televisivo. Youtube se ha vuelto para muchos (servidor incluido) esa ración «televisiva» que consume a diario. Hasta el punto de que para algunos de mi generación, y para la mayoría de las nuevas, la televisión como dispositivo central del salón cumple ya funciones puramente aledañas al supuesto objetivo principal (ver la televisión).

Por contra, hay un porcentaje cada vez mayor de personas que nos informamos y «perdemos el tiempo» en internet, consumiendo bien programas, bien series de televisión, a la hora que queremos y no a la hora que la cadena ha decidido que tenemos que consumirlos, bien directamente apostando por programas que no están planificados por una cadena, sino que en su día nacieron por la vocación de su o sus creadores, en internet.

Youtube Red es por tanto la propuesta de Youtube por llevar al siguiente nivel ese papel de entretenimiento audiovisual que hasta ahora estaba siendo monetizado meramente por publicidad. Una suscripción mensual (9,99$) que elimina la publicidad de todos los vídeos, repartiendo ganancias con cada creador, y que da al usuario acceso a Youtube Music (para aquellos que usan Youtube como un reproductor de música, que haberlos haylos, y no son pocos) y a las producciones exclusivas de algunos de sus participantes.

Nada que no hayamos ya visto en Netflix o Amazon, con la firme determinación de volverse voces de renombre en el séptimo arte (y al menos con la primera siendo ejemplo de éxito). Una evolución lógica de una plataforma que se ha profesionalizado, y que premia de esta manera a algunos de sus grandes extrellas, evitando de paso que éstas se vayan a la tercera de cambio.

En esta carrera, la última en subirse es Instagram, que presentaba esta semana pasada la primera serie en exclusiva de la plataforma. Shield5 (EN), que contará con 28 episodios de 15 segundos de duración cada uno (el máximo que permite la plataforma), y que de base parte con una audiencia potencial de más de 400 millones de usuarios. Muy por encima de lo que podría aspirar una cadena de televisión convencional, y una nueva manera de explotar una plataforma digital de contenido.

La exclusividad como eje de negocio

En todos estos casos, el término exclusivo está a la orden del día. El desembarco de Netflix en España es un ejemplo de cómo las cosas hay que planificarlas con tiempo.

Netflix, que hasta entonces no tenía presencia en el país, llega de la noche a la mañana sin la capacidad de reproducir algunas de las series propias de la compañía que más éxito (y reconocimiento) han tenido por estos lares. ¿La razón? La venta de la exclusividad a Telefónica, que hasta fin de año controla este (y buena parte del resto) de trozos de la tarta.

La HBO anunciaba su desembarco en España (EN) para el año que viene, precisamente porque entiendo será cuando se acaben la mayoría de licencias que, de nuevo, Telefónica tiene en su haber.

La exclusividad es la clave de este negocio.

Al menos en Estados Unidos, donde una familia gasta de media 150-200 dólares en suscripciones a canales de pago y servicios como Netflix.

Por los países hispanohablantes todavía somos un poco más comedidos, y esperamos ansiosos esos packs convergentes que hoy en día aglutinan prácticamente las operadoras de telefonía.

Y es que este tema daría para hablar horas y horas, habida cuenta del poder que le da a una teleco como Telefónica, u Orange, o Vodafone, el ofrecer el cable, el servicio y también los datos. Controlar, a fin de cuentas, toda la cadena de distribución de contenido, para detrimento de la competencia, que curiosamente ha estado sufriendo fallos y supuestos bloqueos (ES) en su inauguración.

Ahora se suma Youtube, la gran plataforma de vídeos de internet, con PewDiePie (EN), el Youtube más famoso del mundo (algo más de 41 millones de seguidores) a la cabeza, que contará con su propio programa, en el que vivirá en primera persona algunas de las experiencias más terroríficas del mundo de los videojuegos, y en el que contará con la ayuda y asesoramiento de los creadores y productores de «The Walking Dead».


Ver en Youtube (EN)
 

O Lazer Team, una serie de ciencia ficción/humor de Rooster Teeth (EN/cerca de 8 millones de seguidores) y Fullscreen Films en la que varios don nadie, tras el descubrimiento de un OVNI estrellado, tendrán que salvar el planeta.


Ver en Youtube (EN)
 

O Dance Camp (EN/vídeo), una película de AwesomenessTV (EN/3 millones y medio de suscriptores) sobre la amistad y el amor contado a través de la danza. O A Trip to Unicorn Island (EN/vídeo), una película sobre la vida de Lilly Singh (EN/enlace perdido) en un tour por 26 ciudades de todo el mundo.

En definitiva, que estamos ante un verdadero cambio de la industria audiovisual. Ya no se trata de que algunos Youtubers amasen más influencia que cadenas históricas de televisión.

Hablamos de una nueva era en la que estas grandes plataformas de internet se vuelven, como decía el CEO de Netflix, «las primeras cadenas de televisión globales de la historia».

El mundo de la televisión no está muerto. Lo que estaba muerto es la manera en la que la industria televisiva tradicional estaba operando, luchando contra la digitalización como si de un demonio se tratase, y viendo cómo poco a poco eran y son engullidos por una evidencia absolutista.

Que su supervivencia depende de que sepan digitalizarse. Y de que el tiempo que les queda se empieza a contar con los dedos de la mano. Porque el enemigo no es la piratería o alguna startup que pretende saltarse toda la industria.

El principal enemigo son ellos mismos. Aquellos servicios que hace unos años les plantaron cara, ahora son globales y cuentan con el apoyo de nuevos gigantes de la industria tecnológica, como en este caso, Google (la empresa más valiosa de la historia (ES), por cierto), y Facebook.

Bienvenido a la nueva televisión.