relevancia digital

A finales de la semana pasada acaecieron dos movimientos de gran impacto para el funcionamiento de dos de las plataformas sociales de mayor audiencia.

Tanto Twitter como Instagram pasaban a ordenar el contenido que el usuario consume en el timeline basándose en criterios algorítmicos, y no puramente cronológicos.

En el primer caso, algo que hace tan solo un mes fue implementado como opcional a todos los usuarios de la red de microblogging, que llevó asociada una crisis reputacional que en su día analicé por el blog de SocialBrains (ES), y que parecía amainar después de la respuesta de uno de sus directivos desmintiendo cualquier posible activación por defecto… Las palabras y los tweets!) se los lleva el aire.

Los dos movimientos vienen a secundar esa tendencia que un servidor dejaba palpable en un artículo de hace unos años: La hegemonía algorítmica y la búsqueda de la relevancia informativa es el negocio de estas nuevas compañías digitales, y en ella, la cronología, por mucho que fuera el sello de identidad de Twitter, pasa a ser no tan relevante.

Business is business, que dirían algunos :).

Así, me parece oportuno analizar el alcance de esta medida ya no solo a nivel de negocio, sino también con los riesgos asociados a un cambio que presumiblemente hará de internet un lugar un poco más dependiente de las dichosas burbujas de filtro.

El negocio está la relevancia, y no en la información

Temo repetirme más de la cuenta, por lo que simplemente voy a volver a constatar lo que ya hemos tratado en profundidad por esta humilde morada: El petróleo del siglo XXI (los datos), sin refino (los algoritmos), no sirve de nada.

La situación de Twitter debería ser ya conocida por todos. Uno de los servicios con más interés para el futuro de la sociabilidad digital, que adolece precisamente de ofrecer un servicio que no es para todo el público… (ES) en un entorno startupero en el que únicamente parece valorarse la capacidad de escalabilidad infinita.

A Twitter se le ha dado por muerto varias veces, y lo cierto es que se le dará unas cuantas más. Pero mientras, teníamos entre manos un producto que era, de facto, el pulso informativo de todo el primer mundo (cómo mínimo).

En Twitter estaba lo que estaba ocurriendo en ese mismo momento. Tan sencillo como eso.

¿El problema? Lo que ocurre en el mismo momento en el que entramos a Twitter no suele dar dinero (por parte de la empresa), y tampoco suele ser terriblemente interesante (por parte del usuario), lo que dota de sentido a realizar un cambio como el que estamos experimentando estos días.

Modificando el timeline según criterios algorítmicos (es decir, relevancia informativa), y no bajo criterios temporales (cronología descendente), lo que obtenemos es un timeline más atractivo tanto para inversores (hay más negocio que explotar, ya que a fin de cuentas no deja de ser la entrada a posibles futuras vías de expansión económica, cuando ese algoritmo, como le pasó en su día al de Facebook, pueda ser manipulado en base a talonario) como para el grueso de usuarios de Twitter, que entran de vez en cuando para enterarse de las cosas.

Por contra, es una mala noticia tanto para los hard users del servicio (esos que tienen siempre una pantalla con varias columnas de Tweetdeck abiertas), como para aquellos que basan su negocio en la visibilidad que la red le ofrecía, ya que seguramente notarán una bajada considerable de audiencia.

Para los primeros, hay buenas noticias. Tan solo tienen que cambiar la configuración en Ajustes y seguir viviendo pegados a la pantalla.

El segundo punto es más complicado de solucionar, ya que a partir de ahora el grueso de los usuarios de Twitter tendrán activo el timeline algorítmico por defecto, y puesto que el uso que le dan a este servicio sigue siendo por ahora reducido, las posibilidades de que tu tweet promocional se vea seguramente será inferior al de una conversación o ese contenido considerado «relevante», con todas las limitaciones del término.

Y justamente lo mismo en Instagram. Las redes sociales tienen los ojos puestos en Facebook, que es la única con una edad de oro que parecer no tener final.

Un escenario más vulnerable a las cámaras de eco

Asociado al cambio, sí hay un aspecto que me parece preocupante, y es que esto nos dirige a un entorno cada vez más dependiente de la valoración social.

Si una ventaja tenía el ordenamiento cronológico es que cualquier contenido tenía la misma prioridad de ser mostrado que cualquier otro, fuera o no interesante para el usuario, fuera o no interesante para el servicio.

Cuando se rompe el ordenamiento cronológico y se apuesta por el algorítmico, se sacrifica ese principio de neutralidad por otros beneficios anteriormente comentados, generando un entorno donde fácilmente alguna información crítica para un grupo de usuarios pasará al olvido en favor de otra información menos interesante, pero con mayor capacidad de generar buzz social.

Es decir, el mismo problema que encontrábamos con las burbujas de filtro de la web social (sólo consumes lo que el resto de seguidores a los que tú has decidido seguir consumen y publican), pero con un nivel más de profundidad: Ya no solo es que consumas esa información alineada a los intereses de un colectivo que tú, arbitráreamente, has decidido seguir, sino que además de toda esa información que éstos comparten, únicamente verás aquella que el sistema entiende que está más alineada con tus intereses.

De ahí que las redes sociales no sean un lugar adecuado para debatir, sino más bien para sentirse arropado por aquellos que piensan igual que tú.

De ahí que las redes sociales sean cada vez más un peor lugar para mantenerse informado de manera heterogénea, pese a que intenten vendernos la plataforma como una suerte de curación social (ES).

De ahí que el entorno sea cada vez más hostil a la relevancia informativa, pese a que precisamente se basa en ello el cambio.

Porque un escenario ordenado según criterios sociales no será jamás un escenario relevante, pese a lo relevante que será para todos aquellos interesados en verse reflejados en él.

Espero que se haya entendido esto último :).