Sencillamente increíble. Apple lo vuelve a hacer, de una manera magistral, recordándonos la capacidad operativa y reputacional que tiene.
El evento de la semana pasada (EN) dejó un poco más de lo mismo en cuanto a tecnología y servicios. Ni me he molestado en hablar de él por redes sociales, quitando algún que otro enlace compartido de análisis de otros medios. Dispositivos continuistas, sistema operativo continuista (llevo dos días con él, y todavía no le he encontrado nada que agradecer más que el cambio de diseño y el famoso continuity que supongo servirá a todos aquellos que utilicen iPhone como terminal principal).
Pero de todo, sin duda me quedo con una de las características del nuevo iPad Air 2: La SIM en blanco (EN).
Apenas se le dio cobertura, y bajo mi humilde opinión es el elemento más trascendental en la historia de la cadena de servicios digitales desde la aparición de los markets de aplicaciones.
Antes de la llegada de estos, los pagos por productos digitales en móviles (por aquel entonces, y al menos en España, los politonos y algunos juegos arrasaban) se hacían mediante factura directa en la operadora.
Era el negocio del siglo. Normalmente, para descargarte uno de estos, tenías que enviar un SMS con un código, que ya de por sí, y sumando gastos, solía pasar del euro. Pero además, y en un alarde de genialidad y mala uva, se les ocurrió que al enviarlo el sistema te contestase preguntándote por la operadora (no era necesario, pero así cobraban otro SMS) y por el modelo del terminal (más de lo mismo). Al final, lo que en principio iba a ser alrededor de 1 euro, acababa por volverse 4 o 5, con unos márgenes de beneficios brutales (recordemos que hablábamos de un politono que apenas costaba unos euros producirlo y que se enviaba digitalmente a coste prácticamente cero) lo que hizo que proliferaran un número ingente de compañías que se apoyaban en el sistema de tarificación de las operadoras.
Ganaban ellas, y ganaba la operadora, que se quedaba con un porcentaje de la transacción, por lo que todos contentos.
Entonces llegan los markets de aplicaciones, y el negocio se va al cuerno. Primero, porque la propia plataforma permite el pago directo sobre ella, trasladando la figura intermediaria de la operadora hacia los OTT. Y segundo, porque el modelo se diversifica (ya no es un único partner, sino miles).
La figura de la operadora se desdibuja. Pierden el acceso a un suculento botín, y la respuesta llega de la mano de acuerdos con proveedores de servicios (generando sus propios markets) y ofreciendo terminales gratuitos o a bajo costo a cambio de permanencia, un negocio sin lugar a duda menos rentable.
Pasamos de una cadena de negocio donde la operadora maneja al pastel, a una cadena de negocio donde los servicios la manejan. La operadora ofrece la red y tarifica por su uso, pero los datos, que es donde está el pastel, son tarifados por otros.
Ahora llega Apple e incluye una SIM dentro de cada tablet. Primero tablets, que dependen únicamente de red de datos, más adelante teléfonos y el resto de dispositivos conectados. Esta SIM no pertenece a una operadora, sino que desde el propio software, y con apenas un par de clicks, podemos asociarnos a un plan u otro de distintas operadoras. Por ahora EEUU e Inglaterra, dentro de poco el resto del mundo.
¿Dónde queda la operadora? Adios a la permanencia, a un paso todavía más cercano de la commodity. “Un mal menor” que hay que sufrir para disfrutar de los servicios. Hoy utilizo la red de esta operadora porque tiene una oferta, mañana me cambio a otra ya que me sale más rentable.
Y hablo de ello como una lucha perdida, ya que afianza la figura de los OTT sobre el resto de la cadena tecnológica. Vuelve a monopolizarla, lo cual no es bueno para el cliente.
Las operadoras, en este caso, se verán axfisiadas. Menos negocio, más presión de los mercados (recordemos que mientras este colectivo sí está fuertemente regulado, el de servicios campa a sus anchas). Pagan justos por pecadores (en su día se aprovecharon de la cadena, y ahora son los que están sufriendo las consecuencias). No supieron adaptarse, y ahora están relegados a un segundo o tercer puesto.
No es bueno que uno tenga tanto control sobre el resto. Nunca lo ha sido.
P.D.: Y ojo, que entiendo que esta es la evolución correcta. La permanencia pierde su sentido cuando los beneficios de ella desaparecen (ya apenas hay dispositivos subvencionados). Que el usuario pueda cambiar de un a otro plan de forma sencilla (sin tener que volverse loco con llamadas telefónicas y procesos de cancelación de contrato extenuantes) es algo de agradecer. Solo temo lo que pueda venir luego, con unos OTT sin regulación que manejan casi todo el negocio, con la paulatina consolidación de las telecos hacia un panorama semejante al Americano (dos o una única alternativa que atesora/an todo el mercado).
Desde mi más absoluta ignorancia. ¿No es esto ultraliberalizar el mercado de telecos? Si yo dispongo de una SIM blanca puedo contratar a cada momento un operador distinto, no? De esta forma, ¿quien, o mejor dicho, que gestiona en el terminal a través de que operador voy a salir? ¿Va a funcionar este modo de operación sobre las redes conmutadas de telefonía o se va a usar IP (me refiero a datos)? Si es el segundo caso, ¿tiene sentido la existencia de las operadoras tal y como las concebimos ahora?
Tienes razón. Esto de las SIM blancas va a ser toda una revolución. Creo que el terreno ya está abonado. El uso cada vez más intensivo de servicios de datos y de las Markets. El aumento de la capacidad de las redes que ponen a disposición los operadores …
De todo esto me queda una duda. Si todo el servicio de conexión en Europa lo dan los operadores, ¿Se quedarán de brazos cruzados ante semejante injerencia en sus negocios? ¿Van a desplegar redes las empresas de servicios o los fabricantes de móviles a través de consorcios o en solitario?
Muy buenas preguntas Mikel, y difíciles de responder de forma absoluta.
En efecto, estamos ante una situación nueva. La figura de la operadora como tal pierde sentido cuando no hay retención y trato directo con el usuario. Algunas están optando por acercarse más al OTT, y otras hacia el proveedor de red (cableras, a fin de cuentas). Cuando un mercado se vuelve commodity es difícil sacarle partido, y las oportunidades se apelotonan alrededor de él, no en su interior.
De ahí que aunque considero que es un movimiento adecuado, tenga sus riesgos. Favorece todavía más la consolidación del sector, con los grandes engullendo a los pequeños. Menos mercado, menos integrantes, más monopolio.