La publicidad digital vuelve a estar en entredicho (de hecho, creo que nunca ha dejado de estarlo), y la principal razón es la de siempre: la dependencia de un sistema tan poco democrático y terriblemente injusto de cara a la privacidad como es el uso de las cookies.

cookies

España movía ficha recientemente con la llamada «Ley de Cookies» (ES), una normativa a modo de «guía de administradores» para cualquier negocio en Internet en la que se obliga a pedir permiso (o informar) al usuario que sus datos pueden estar siendo usados por terceros al navegar en sus dominios, e impone penas para aquellos negocios que la incumplan. PabloYglesias no es un negocio como tal, pero aun así, decidí crear el respectivo cartel informativo, así como una página en la que explico aspectos fundamentales para entender el funcionamiento de las cookies en los navegadores, así como el uso que actualmente les estoy dando (que ya os adelanto que es nulo).

En muchos medios se han afanado en señalar la nueva medida de Google (ES) como la posible salida de este controvertido método de explotación de datos, llamada AdID, y que en esencia trataría a cada usuario con un ID anónimo (que sería el que se sirviera a las empresas), y no con los datos personales que podemos sacar actualmente de las cookies (email, IP, …). La idea, como bien sabéis, lleva rondándome la cabeza ya su tiempo, y no hace mucho os trasladaba mis inquietudes al respecto en un proyecto que estoy intentando sacar adelante en sendas entradas con el título Dibujando el futuro de la web social (I) y (II).

A bote pronto, el asociar un ID anónimo a unos datos personales parece una buena medida. De esta manera, las compañías recibirían de los internautas la información de hábitos e intereses de la red (lo que necesitan), sin acceso a sus datos personales (lo que no deberían necesitar), y el cliente obtendría la socorrida experiencia de usuario segmentada sin poner en peligro sus datos. Pero esta intermediación sería llevada por Google, una empresa que vive de la publicidad, y por tanto, aunque los terceros no tuvieran acceso a nuestros datos, sería darlos en bandeja a un gigante como el de Mountain View, tanto en sus dominios (entendiendo sus dominios como cualquier web o aplicación donde aparezca algo de código de Google), como en dominios ajenos. Peor aún, está el caso de la competencia de Google (véase Yahoo! o Facebook o Amazon, por poner algunos ejemplos), que dependerían enteramente del buscador para gestionar los datos del usuario (marchando una futura de abuso de posición dominante).

Por contrapartida, la alternativa que yo ofrecería sería la de gestionar tus intereses vía navegador, en local, mediante perfiles (es decir, nuestra identidad sería gestionada por nosotros, ofreciendo a las webs la información que nosotros quisiéramos, y pudiendo desarrollar distintos niveles de acceso o denegación del mismo según queramos), y que fuera estos a quienes recurrirían cada web para pedirles los datos.

Para que esto funcionase, además de un acuerdo con los principales navegadores (Mozilla tiene precisamente un proyecto semejante), habría que concienciar a los internautas de las ventajas de una web segmentada,… y los inconvenientes de ofrecer toda nuestra información, como estamos haciendo hasta ahora.