Esta semana hemos terminado de ver «La maldición de Bly Manor« (ES), la nueva obra para Netflix de Mike Flanagan (Oculus, Doctor Sueño, Ouija: El origen del mal), probablemente junto a mi querido Shyamalan (El Sexto Sentido, Señales, la trilogía de Unbreakable, Split y Glass) uno de los mayores referentes modernos del cine de terror.
La maldición de Bly Manor parte de una premisa que difícilmente le ha puesto las cosas fáciles: Llega tras la magistral La maldición de Hill House, en una suerte de serie antológica (no tiene nada que ver con la primera temporada más allá de la aparición de algunos actores que interpretan a otros personajes distintos) que ya en su día fue, como dejé claro por aquí, mi reconciliación con la plataforma de streaming.
Que Hill House supuso la constatación de que tener tantísimos millones de dólares en la cartera para invertir en producciones propias podía servir, además de para generar un torrente continuo de contenido vacío pero efectivo, para sorprendernos aunque fuera una vez al año con una producción sencilla y llanamente magnífica.
En esa primera temporada Flanagan se centró en las relaciones familiares, y el resultado fue una obra cerrada con una fotografía inmejorable, que partía de la aparente típica historia de terror fantasmal en una casa embrujada para sumergirnos en un drama bien detallado y muy bien relatado.
Y bajo este escenario, nos llegaba estos días La maldición de Bly Manor.
¿Ha cumplido las expectativas?
Vamos a verlo.
Menos Flanagan, pero no por ello peor
Lo cierto es que La maldición de Bly Manor adolece el hecho de que el director no haya estado tan envuelto en su rodaje.
Ya en el panel del Festival Fantasía (EN) de septiembre, a la pregunta sobre la experiencia rodando Hill House, contestó lo siguiente:
“Me resultó muy duro hacer Hill House. Perdí 45 libras durante la producción. Me veía realmente… al final, estaba colgando de un hilo. Y salí sintiendo que no podía pasar por algo así de nuevo, y no podía hacer que mi familia pasara por ello de nuevo. Incluso con Kate Siegel en la serie, quiero decir, nuestro matrimonio, estuvo esencialmente en pausa durante un año. Y eso fue realmente difícil”.
Con Bly Manor partimos del toque del director, que es el encargado de firmar todo el guión aunque ya no esté tan encima. Y el resultado funciona, pero probablemente no al nivel y sobre todo no con la misma constancia que lo hace Hill House.
Empieza muy fuerte, se desinfla a mitad, para luego sorprendernos con dos capítulos finales que son sencilla y llanamente hablando inmejorables:
- El capítulo ocho, de hecho (y sin pretender hacer spoilers de ningún tipo), bien podría funcionar como una pieza con entidad propia. Un corto de una hora al más puro estilo gótico de los años 60, en el que nos desvelan de qué va eso de la maldición de Bly Manor.
- Y el capítulo 9, que cierra como pocos epílogos lo han hecho un final de la serie redondo.
Es precisamente esto quizás lo que más nos ha llamado la atención. En época de finales abiertos que atienden más a los puros intereses económicos que los que requiere el propio guión, se agradece saber que La maldición de Bly Manor deja atados todos los giros que presentan sus nueve capítulos. Que no va a haber una La maldición de Bly Manor 2, y que para colmo nos deja con un regusto cálido y una lágrima en los ojos.
Aquí venimos a ver un drama romanticón
Y esto hay que tenerlo en cuenta.
Que sí, que el envoltorio nuevamente nos transporta al género de las casas malditas, de los fantasmas, y en líneas generales de ese Terror Moderno del que ya hablamos en su día cuya premisa es causar desasosiego no en base a los ya manidos y facilones jump scares, sino causando verdadero terror con el propio terror de la cotidianidad.
Si Hill House basaba su relato en las relaciones familiares, con Bly Manor entraremos de lleno en las relaciones amorosas. Tanto que la obra bien puede catalogarse, como un servidor ha hecho, de una historia de amor gótico al más puro estilo años 60.
Para ello, Flanagan parte de la reinterpretación del clásico «Otra vuelta de tuerca» de Henry James, para presentarnos una historia que bebe de toda su bibliografía, centrado como estaba el bueno de James en los cuentos de fantasmas.
Por spinoff han publicado estos días un extenso artículo (ES/con muchos spoilers, ojo) analizando todas y cada una de las referencias de la obra, que son de todo menos pocas, así que no me voy a repetir en este punto.
Simplemente quería escribir estas palabras para recomendarla.
Por supuesto es de obligado consumo para todos aquellos apasionados del género gótico. Pero también deberíais darle una oportunidad si os llama el género del terror e incluso si sois más de los romances imposibles.
Recalco que no es una serie para pasar miedo detrás de una manta. Y pese a todo, es de terror. De ese que duele de lo cruel y real que suena.
De lo mejorcito del año en Netflix.
Solo por ella ya merece haber pagado la mensualidad de estos últimos meses.
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