Era únicamente cuestión de tiempo que se librara esta batalla. Los grandes SO móviles, e incluso los fabricantes, están moviendo sus hilos para dotar de exclusividad a sus dominios, en detrimento del interés del consumidor y de la libertad de los desarrolladores.

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Todo comienza con una pequeña semilla. Un brote que surge de la alianza de una empresa como podría ser Samsung y una compañía de servicios como puede ser Dropbox. Los primeros ofrecen un activo de valor extra en sus terminales de gama alta. Suplen así la deficiencia que ha acompañado e incluso aún acompaña a los dispositivos móviles, el almacenamiento, con una cuenta gratuita de 50 GBs en Dropbox, mientras que los segundos, se aseguran una cifra considerable de nuevos clientes, así como la permanencia de los que ya lo eran, al ofrecer de nuevo una exclusividad (eres usuario de terminales Samsung de gama alta, entonces te regalamos 50GB de espacio, y por tanto, más que lo que ofrece la competencia).

Pongo este ejemplo por poner uno. Una estrategia que no hace mal a nadie. Todo lo contrario. Todos ganan. Empresas involucradas y consumidores. Un acierto se mire por donde se mire.

Ahora vienen los peros.

¿Qué pasa si Samsung llega a un acuerdo con una compañía como Spotify (es solo una posibilidad, ojo) en el que sus consumidores obtengan una versión exclusiva de su servicio, y éste frise con los intereses de Dropbox (quizás sea por un gestor de almacenamiento multimedia desarrollado por Spotify, o por la implantación de un reproductor en las carpetas de Dropbox)? Que surgen discrepancias. Situaciones incómodas para las compañías, y de difícil solución.

Eso descontando que nada impide a Dropbox hacer lo mismo (o de forma más agresiva) con la competencia (véase HTC, véase Apple). La imagen final es un ecosistema de privilegios no exclusivos, que interesa al mercado, pero no a los vendedores.

Y es entonces cuando surgen la exclusividad nociva. Esa que lleva a una compañía como Line a sacar su servicio en Firefox OS (EN) únicamente para usuarios de Movistar. Estúpido desde el punto de vista técnico (han tenido que aplicar una serie de controles en el código para que solo funcione con WIFI o con SIMs de Movistar), pero firmado por acuerdo con la teleco.

Situaciones tan nocivas como las que estamos empezando a observar en el mundo de los videojuegos móviles. Google, Amazon y Apple peleándose por obtener la exclusiva de sus grandes productos, sea Plants vs Zombies, sea Cut the Rope, sea cual sea.

Una exclusividad heredada de la industria más clásica, que pone freno a la democratización de desarrollos, y que saca a relucir lo peor de cada market. Acuerdos como los vividos en la era Microsoft con los videojuegos o Apple con la suite Adobe restringen esa esperada convergencia, alimentando y sectorizando cada SO, y cerrando las puertas tanto a la oferta y la demanda como a la elección final del consumidor.

Y por otro lado, ofrecen un vehículo muy jugoso para las compañías (diferenciación, elitismo), y en último término, para los desarrolladores (mayor visibilidad en una plataforma a cambio de pérdida de inercia en otras).

Es cuestión de tiempo, como decía al principio del artículo, que esta situación se traslade de los videojuegos al resto de las aplicaciones. Y será entonces cuando todos aquellos que alabaron la llegada de las apps como vehículo nativo de interacción con la informática personal se darán cuenta que el futuro está en Internet.