Starship disrupcion

La semana que hemos pasado Èlia y un servidor por Cali, Colombia, hace que haya temas que me hubiera gustado tratar cuando salieron a la luz, y que por razones obvias, no he podido hasta la fecha.

Uno de ellos, de hecho, era la queja de Aarti Matthews, ingeniera líder de Space X, dirigida a la NASA, por el simple motivo, según ella, de que dentro de la agencia aeroespacial no son «lo suficientemente ambiciosos» (EN).

Como seguramente ya sepas (y si no por aquí está un servidor para contártelo), Space X, y más en particular su nave Starship, fue el contratista elegido por la NASA (ES) para lanzar sus próximas misiones, bajo el paraguas del Programa Artemis, que tiene como objetivo volver a poner en tierra lunar al ser humano, y establecer en el polo sur de la Luna una base autosostenible.

¿De qué se queja entonces Aarti? Pues que echas ya las previsiones de equipo necesario para tamaña empresa, la NASA asegura que necesitará algo menos de 1 tonelada de peso entre rovers, tripulación (solo dos personas) y demás maquinaria y suministros.

Un problema de escalabilidad

¿Qué problema hay en esto? Pues que la Starship puede transportar hasta 100 toneladas.

Es decir, que la NASA ha planificado la misión adaptándose a las limitaciones históricas que tenían los viajes aeroespaciales. Unas limitaciones que, actualmente, y de la mano de SpaceX en cuanto se refiere al peso total de lo transportado, prácticamente han desaparecido.

De pronto, y gracias precisamente a esa innovación que Space X, como otras compañías, han conseguido realizar tanto a la hora de ejercitar y optimizar sus algoritmos de inteligencia artificial, como a la hora de aplicarlos a un entorno tan complejo como es el de la economía de producción en escala, se cumple algo que parecía hasta hace apenas unos años impensable: Aumentar en más de cien veces la capacidad de carga de un cohete… y que para colmo el viaje salga significativamente más económico.

Lo que a su vez, genera un entorno totalmente nuevo e igualmente difícil de gestionar. Si la limitación histórica que han tenido los viajes espaciales desaparece, ¿cómo escalamos la ambición de este tipo de programas para adaptarlos a la realidad tecnológica del momento?

Los avances científicos en nuestra evolución como especie

Este caso no deja de ser uno más de los innumerables escenarios en los que, de pronto, una innovación tecnológica o científica, cambia del todo el paradigma de lo que hasta el momento podemos considerar status quo limitante, y por ende, acaba impactándonos a todos en nuestro día a día.

Sin ir más lejos, no hay más que recordar que Internet nació como un sistema tecnológico enfocado a objetivos militares (ARPANET). Maduró el proyecto en las universidades, y acabó por trasladarse al gran consumo, permitiendo que ahora mismo cualquiera de nosotros pueda compartir fotos de gatitos en redes sociales, jugar slots online (ES) o, por qué no decirlo, estar leyendo este artículo desde casi cualquier parte del mundo.

El caso de Tesla (ES), otra empresa bajo la batuta de Elon Musk, es también un ejemplo del impacto que puede tener este tipo de innovaciones en la cadena de suministro.

  • Su producto son coches eléctricos, sí. Es, a fin de cuentas, una empresa automovilística.
  • Pero su objetivo a largo plazo es diseñar un sistema de baterías eléctricas lo más duradero posible. Algo que la acerca, cada vez más, al trabajo de una farmacéutica o de una química.

La venta de coches es por tanto «una excusa» para obtener la financiación suficiente como para, el día de mañana, liderar el mercado energético. Cosa que ya están consiguiendo con la venta de esas tejas «inteligentes» para dotar a las casas de una suerte de paneles solares mucho más resistentes y económicos que los tradicionales, y que por razones obvias, permiten vislumbrar un futuro de consumo energético sostenible mucho más cercano.

Volviendo al caso de SpaceX y la ambición de la NASA, el que hoy en día tengamos capacidad de enviar a la Luna un cohete capaz de transportar 100 toneladas, y para colmo devolverlo casi intacto a la Tierra para poder reaprovechar prácticamente todos sus componentes, rompe de lleno con la histórica evolución incremental que hemos vivido en la aeronáutica.

De pronto, los costes ya no solo de la cohetería, sino también del transporte aéreo comercial (y, por ende, de la logística mundial en el mundo globalizado en el que vivimos) se van a ver fuertemente reducidos por esta economía de producción en escala, y será además profundamente más sostenible que la de épocas anteriores.

Cómo funcionan las revoluciones incrementales y explosivas

Hablamos, por tanto, de que llegará el momento en el que el hecho de que hoy exista una Starship hará que el coste de transportar la fruta hasta el supermercado para que nosotros podamos comprarla, no estará tan sumamente sujeto a los flujos inciertos del transporte de mercancías.

Y no solo, sino que al abaratarse drásticamente el coste de la logística, y ser esta para colmo más bio-sostenible, entramos en un escenario en el que será cada vez más habitual tener productos de consumo de cualquier parte del mundo siempre disponibles y a un coste aceptable.

Pequeños (o grandes) movimientos tecnológicos, que nacen con una vocación muy determinada, acaban impactando en el día a día de todos nosotros. Hace meses ya comenté en uno de los relatos distópicos cómo la evolución de los sistemas de inteligencia artificial y reconocimiento de patrones en imágenes estaban permitiendo algo tan nimio, y a la vez tan sumamente interesante, como es el hecho de que en una red social como Twitter, cuando alguien comparte una foto y esta se debe mostrar en miniatura (antes de abrirla), sea el sistema capaz de seleccionar el marco adecuado para «encajarla» en el recuadro que tenga de espacio, primando los rostros o demás elementos importantes de dicha foto, y obviando los menos trascendentes.

Sin olvidarnos de cómo cada vez más esos mismos sistemas de inteligencia artificial están sirviendo para que personas con visibilidad reducida puedan utilizar lectores de páginas que, además de leer texto, «interpreten» y describan qué está ocurriendo en esa imagen o en ese vídeo.

De esto va la evolución tecnológica y científica. De generar disrupción en aplicativos muy locales y determinados, y luego estudiar su viabilidad cuando la tecnología está lo suficientemente madura en otros derroteros cada vez más generalistas y globales.

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