Sin dientes

Nuevo capítulo de la novela española sobre el lobby de la industria. Esta vez, los protagonistas, una AGEDI conspiradora y maquiavélica y el chino de turno, Goear.

AEDE

Goear campaba tranquilamente por el tercer entorno sirviendo de almacenamiento de audio en la nube cuando una AGEDI, desconocedora como el resto de sus amigas de la Comisión de cómo funciona Internet, decidió que era hora de atacar su servicio.

La excusa, muy loable: Entre los más de 4 millones de archivos que Goear almacenaba encontraron 6.883 con contenido con derechos de aquellos «artistas» que se cobijan bajo la amurallada fortaleza de la Comisión. Muy gentilmente, Goear decidió eliminarlos, pidiendo en este caso a AGEDI que si volviera a ocurrir, no dudaran en avisarles. Además, sacó a relucir un dato la mar de intersante: al día Goear recibe 1.645 archivos de audio, número que hace prácticamente imposible de controlar la legitimidad del contenido, por lo que tiene que conformarse con confiar en la buena voluntad del usuario y en futuros avisos de este tipo.

Pero AGEDI tenía en mente un destino más oscuro: expulsar a Goear del tercer entorno. Para ello, se acurrucó en una esquina donde la luz nunca llegaría a bañar su escuálida faz y esperó pacientemente unos meses hasta que en un nuevo rastreo, descubrió que de esos 6.883 archivos que en su momento había denunciado, había 34 que nuevamente se había subido. Raudo y veloz, tomó cartas en el asunto como solo un esbirro de la Comisión sabe hacer: pidiendo al Juez que expulsara para siempre a Goear de sus dominios.

La respuesta del Juez, y puesto que afortunadamente estamos ante un cuento para niños (por eso de que solo los niños harían estas tonterías) y el final debe ser feliz, fue denegar la denuncia, alegando que Goear tenía que eliminar esos 34 archivos que había en la petición (cosa que gentilmente volverán a hacer), y demostrando una vez más que los miembros de la Comisión están fuera de época.

Y comieron felices y …

¿Os ha gustado el cuento? A mí no mucho, más sabiendo que hay poco de fantasía. A la Comisión Sinde-Wert no le vale con decidir dictatorialmente qué páginas son legales de las que no lo son. Tampoco le vale ese reparto «tan democrático» que hace de las ganancias por piratería que obtiene, repartiéndolas entre sus socios a dedo, sean o no suyas. Ni mucho menos se corta al imponer un nuevo canon cuando el anterior fue considerado ilegal por la UE.

David Bravo lo explicaba en un artículo de elpais (ES). Un final que sin duda podría haber sido peor (parece que no tuvieron suficiente dinero para corromper al juez), y que vuelve a sacar a la palestra el absoluto descaro del lobby de la industria, cuyo interés es ganar a toda costa en un entorno que ni entienden ni quieren entender.

Moldear las leyes para que sean afines a sus antiguos modelos de negocio. Quejarse al gobierno y meter presión para que evite que Internet siga evolucionando. Negarse a instaurar un ecosistema digital que sin duda les permitiría volver a estar en la cresta de la ola. Lanzar absurdas campañas de desprestigio contra un mal que ellos mismos han creado.

Así se las gasta el lobby español, y así seguirán gastándoselas. Al menos hasta que su fuente de poder se vaya diluyendo, cosa que pasito a pasito, con pequeñas victorias como la que acabamos de relatar, es un hecho que en algún momento llegará.