articulo 13 11

Este miércoles ocurría lo que todo el mundo sabía que acabaría ocurriendo. El artículo 13 y la llamada «Tasa Google Europea» han sido aprobadas en el Parlamento Europeo, después de que hace un par de meses la medida se echase para atrás por una ligera ventaja del NO.

Es cierto que falta aún que pase revisión en enero, y que presumiblemente habrá algunos cambios. Descontando que cuando se implante definitivamente, deberá pasar por cada uno de los países miembros, que podrán adaptarla a su normativa interna, lo que muy probablemente haga que ésta no sea efectiva hasta finales del año que viene. Pero vaya, que el mal ya está hecho.

Y digo que era algo sabido, habida cuenta de que detrás de dichos artículos está la actualización del copyright, hasta ahora acogido a una ley creada en 2001 y por ende anticuada. Lo que significa que tras estos dos artículos están los lobbies de la industria, vaya.

Entrando en materia, el Artículo 13 obligará a todas las plataformas digitales que se basen en la compartición (es decir, redes sociales como Facebook o Twitter, pero también blogs, foros y demás servicios de Internet) a que tengan una suerte de filtro que identifique los derechos de autor para todo aquello que se suba de forma automatica a las plataformas, siendo los administradores del servicio en última instancia los responsables de dicho contenido.

El Artículo 11, también conocido como ‘Tasa Google’, obligará a los medios conocidos como agregadores (Menéame, Google News y compañía) a que paguen por incluir enlaces y/o copiar extractos de otros medios de comunicación. Si a la mente te viene el esperpento del Canon AEDE, vas por buen camino. Lo cierto es que en España ya hemos tenido algo semejante, en su día también salido de la boca de los grandes oligopolios de la prensa, y que han sido los mismos que han acabado por tumbarlo, habida cuenta de que era contraproducente para su negocio.

Era cuestión de tiempo

Es, de hecho, un tema del que ya hablé el 10 de julio (justo el día de mi cumpleaños, jaja) en un artículo en exclusiva para los mecenas de la comunidad.

No voy a poner por aquí todo lo comentado, pero sí al menos una parte que creo conveniente resaltar:

Lo cierto es que cabe esperar que los lobbies se saquen otro artículo 11 y 13 cambiando cuatro comas y un punto, lo sometan a decisión de la CE, y tarde o temprano acabe saliendo.

¿Por qué? Porque ni tú ni yo hemos elegido quién nos representa ahí. Los congresistas están puestos a dedo por las naciones, y para colmo de forma totalmente arbitraria. 

Algunos defendían con orgullo el éxito conseguido, asegurando que al menos con ello conseguiremos que ese filtrado que los servicios digitales tendrían que haber implementado para cumplir la normativa no pueda ser automático.

Pero recalco, es pan para hoy hambre para mañana.

El tema está justo ahí. En que no deja de ser pan para hoy y hambre para mañana.

En Youtube desde hace años funciona un sistema parecido llamado Content ID que ha sido protagonista de varios casos tan absurdos como es el hecho de tumbar contenido por contener una pieza de Bach, supuestamente bajo licencia de Sony, cuando hace 268 años que se creó (por si no lo sabes, a partir de 70, 80 o 100 años según el país el copyright pierde validez y la obra pasa a ser de dominio público).

Quien se haya peleado como un servidor con la publicación audiovisual, sabrá de lo que hablo. O te tiras a utilizar únicamente música libre de derechos, o es una verdadera odisea publicar algo. El mismo contenido en Youtube puede estar permitido, pero echártelo para atrás en Facebook y/o Instagram. Las penalizaciones van desde que el vídeo se reproduzca sin sonido, hasta que no aparezca en el timeline, pierdas la posibilidad de monetizarlo, la monetización vaya a parar íntegra o parcialmente a otros, o directamente, por supuesto, sea baneado. Lo hayan pedido o no sus creadores y/o la discográfica/agencia que los representa, ojo.

De llevarse al extremo entraríamos en esa especie de Sociedad Moderada de la que ya hababla hace tiempo en un relato distópico. Un ecosistema digital automáticamente moderado, en el que cualquier cosa que hagamos debe pasar por unos filtros (en este caso de coypright) que no entienden de contexto y de excepciones. Porque está claro que no es lo mismo fusilar una película entera en un canal de Youtube únicamente con el objetivo de que los usuarios puedan verla de forma gratuita, que meter, por ejemplo, un efecto de sonido de disparos o de un metal cayendo al suelo sacado de una escena de esa misma película.

El impacto real no será tan catastrofista como algunos pronostican

Sin embargo, creo que es mi deber señalar que aunque ni mucho menos debemos alegrarnos por la decisión, lo cierto es que su impacto real probablemente sea más bien bajo.

Lo comentaba, de hecho, estos días con algunos socios. Al igual que pasó con el Canon AEDE, su impacto para el populacho tampoco es que fuera traumático. Menéame y algún que otro agregador tuvo que modificar el funcionamiento de su servicio, y quizás lo único medianamente molesto que vivimos a nivel de usuario fue el cierre de Google Noticias, que como cabría esperar, no vio conveniente pasar por el aro y decidió irse del país.

Que no hubo un Fin del Enlace como muchos había(mos) pronosticado. En los blogs y foros se siguió enlazando (al menos todo lo que cabría esperar), y simplemente los más perjudicados fueron los grandes medios, que eran justo aquellos que aplaudieron la medida, al darse cuenta de que su tráfico referral bajaba y ese supuesto Canon, que para colmo era irrenunciable (aunque tu medio no estuviese de acuerdo, AEDE podía exigir ese cobro, que no te lo daría a ti, sino que lo repartiría entre todo el lobby que había detrás), no cubría tan siquiera la pérdida de beneficios generada por la bajada de audiencia.

Además hay que considerar que el Artículo 13 requiere para llevarlo estrictamente a cabo el desarrollo de plataformas de inteligencia artificial que ni mucho menos están al alcance de cualquiera.

Sin ir más lejos, era otra de las patas que mencionaba en la pieza del 10 de julio:

Me resulta absurdo pensar en un escenario en el que dicho filtrado se haga de forma manual. Sencillamente, hoy en día no es ya posible. Se genera tanta información que un servicio digital tendría que pasar a ser un departamento de recursos humanos al más puro estilo Ministerio de la Verdad.

Y tiene una lectura aún más preocupante. Si acaba saliendo, ¿en qué situación se quedarán las startups para competir con los gigantes ya asentados?

Porque para un Facebook o un Google la directiva es una putada, pero a fin de cuentas invierten unos cuantos millones en I+D y listo. 

¿Pero para una pequeña compañía? ¿Tendrá ésta la capacidad de invertir en cumplir con la normativa y ser a la vez competente en un mercado ya de por sí dominado por unas cuantas figuras con presupuesto y masa gris casi ilimitada?

Una Google, un Facebook, puede implementar esa suerte de sistemas de filtrado a un nivel más o menos agresivo y en un lapso de tiempo aceptable. Pero el resto de peces pequeños lo van a tener realmente difícil para hacerlo.

En el caso de blogs personales como el de un servidor, tendría que ser mucho más estricto con la moderación de comentarios que me dejáis por aquí, además de, por supuesto, hacer lo propio con el contenido que ya subo yo. Pero ¿qué hay de un medio de comunicación que recibe al día cientos de comentarios? ¿Qué hay de una plataforma de compartición de contenido que recibe miles?

Hablamos de un problema real de moderación que difícilmente tiene una solución inmediata, y que en última instancia podría, como decía, remar en contra de aquellos proyectos de menor tamaño que a Europa debería interesarles apoyar, por eso de no dejar todo el pescado vendido a las multinacionales estadounidenses.

En fin, que ni mucho menos estoy a favor de la propuesta, pero también soy realista con su impacto. Tenemos antecedentes de ambas medidas y en ambos casos además de ser contraproducentes para aquellos que en teoría deberían defender (los creadores de contenido) tienen unas barreras de implantación lo suficientemente altas y exigen de forma estricta unas directrices que acabarán suponiendo un lastre insalvable en muchos negocios digitales, lo que en la práctica dejará previsiblemente poco más que alguna noticia absurda y unas cuantas multas a multinacionales para «meter miedo».

Y esta vez espero no equivocarme…