espanol internet

Por casa, como bien sabéis los que lleváis aquí tiempo, vivimos dos personas:

  • Èlia es catalana.
  • Pablo es asturiano.

Y ambos vivimos, mayormente, en Madrid.

Esto quiere decir que la comunicación en casa se hace, con los dejes de uno y de otro, en un español adulterado. Yo he «heredado» algunas palabras y frases hechas del catalán, y Èlia, la pobre, algunas del asturiano.

Sin embargo, ambos hablamos con nuestras respectivas familias en nuestros idiomas:

  • Èlia en catalán.
  • Yo en un español «asturianizado».

Además, ambos estamos expuestos a nuestro entorno cercano (desde amigos que viven por aquí que son extranjeros, pasando por los vecinos madrileños de pura cepa), cada uno con sus dejes esperables. Y también pasamos mucho tiempo en Internet.

Por ejemplo, un servidor con algunos de mis amigos de infancia utilizo un español adulterado con frases y palabras tanto en inglés, como en esos respectivos españoles de los diferentes países de latinoamérica. Muchos años dándole a juegos cooperativos, compartiendo salas en chats e IRCs internacionales, y algún que otro acercamiento a juegos de casinos online en España (ES) y/o latinoamérica.

En el caso de Èlia consume mucho series y documentales en Netflix, Amazon Prime Video y compañía, mientras que un servidor ve muchísimo contenido en Youtube.

De hecho, para quien escribe estas palabras Youtube se ha transformado en lo que en su día fue la televisión: Una segunda pantalla que tienes ahí con ruido de fondo mientras realizas una actividad principal, que puede ser recoger la ropa, fregar, cocinar o hacer alguna actividad profesional que no me requiera mucha concentración.

Es más, debido a la evolución que está sufriendo la plataforma, cada vez más estoy expuesto al contenido de streamers, que usan su antiguo canal como herramienta de difusión en diferido. Pese a no ser yo un entusiasta de volver a tener que consumir contenido cuando un tercero me lo dice. Pese a que prefiero seguir siendo un sujeto pasivo de esa conversación en particular.

¿Que de qué hablo?

Pues de algún que otro «pana», o «mamasito», del ya clásico «pinche wea», de forzar faltas de ortografía en grupos de WhatsApp emulando, lamentablemente, lo que durante años hemos consumido en IRCs, en foros, en chats de videojuegos, y últimamente en redes sociales y vídeos en Internet…

Para colmo, como decía, por casa somos mucho de consumir contenido audiovisual en plataformas de streaming de contenido. Y gracias a la globalización, estamos hoy en día más que expuestos a muchísimas obras que vienen firmadas de más allá de Hollywood, algunas de ellas, sobre todo las que vienen de Asia, con un doblaje a eso que históricamente se ha llamado «español neutro», y que por si no te habías dado cuenta, se parece mucho al español de México por el simple hecho de que fueron ellos quienes dominaron, y dominan, la industria del doblaje en español neutro.

Y fíjate que aún no he empezado a hablar del impacto cultural que nos llega de Puerto Rico con su música. Una que en casa no consumimos precisamente, pero que está claro, a la vista de año tras año las listas de canciones más escuchadas, que es lo que la gente quiere oír.

La evolución lógica de la lengua, y la auto-impuesta por el entorno

¿Y a qué viene toda esta diatriba?, te preguntarás.

Pues viene con el objetivo de comprender que el lenguaje, que ya de por sí es un elemento vivo de nuestra cultura, está hoy en día más expuesto que nunca.

Y fíjate que no solo hablo de los diferentes dialectos y entonaciones. De eso por España ya vamos bien servidos, la verdad.

Hablo de que igual que un servidor, en los años 90, consumía dibujos que venían con ese español neutro «mexicano», y que ha hecho que hasta cierto punto no pueda pensar en un personaje de Transformers, por poner un ejemplo que se me viene a la mente, sin que me hable latino, las nuevas generaciones están permanentemente expuestas en el día a día a streamers y contenido audiovisual que puede estar en nuestro idioma, pero que viene producido por otros chavales en la otra parte del mundo, con sus dejes, sus palabros y en definitiva, su «localización».

El caso de Youtube, y de Twitch, es buen reflejo de ello. Hoy en día, como decía en un artículo de hace unos años, los niños ya no quieren ser astronautas, sino streamers, y por tanto, no es raro ver cómo cuando alguno de ellos se altera en una cena o charla con el resto de niños de su clase, aunque lo haga sin darse cuenta, utilice dejes o incluso palabras que le ha oído al streamer de turno, y que muy probablemente vengan de un país extranjero.

Y esto, conforme más pase el tiempo, acabará por llevarnos a un escenario en el que la entonación, esa forma de «cantar» que tenemos en algunas partes, y que por tanto históricamente ha estado asociada a un lugar geográfico en particular, se diluya en pos de un entorno muchísimo más homogeneizado.

Y sí, seguiremos teniendo nuestros dejes, y probablemente sigan siendo identificativos de la zona de donde vienes. Pero quizás el adquirir formas de expresión externas pase de ser algo anecdótico (imitar a tus ídolos, ejemplificar un meme social o incluso copiar esa forma particular de hablar que tiene tal creador de contenido como mofa), y ayude a que la lengua evolucione a un ritmo cada vez más amplio.

Que quizás en el futuro el trabajo de la RAE, o del organismo que toque, pase por definir unas pautas globales que no estén únicamente enclaustradas en los límites geográficos de España. Y con ello, las diferencias entre todos los pueblos que hablamos este mismo idioma sean cada vez menores, cogiendo de aquí y de allí aquello que suma, y eliminando todo aquello que sobra.

Aunque sea lo nuestro. Lo que hemos «consumido» durante nuestra época de aprendizaje.

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