juego nube hardware

Como decía en el título, llevo meses jugando tanto en Google Stadia (hay que aprovechar los últimos coletazos del servicio) como con Game Pass.

Obviamente, no es la primera vez que me acerco al juego en la nube. Sin ir más lejos, ya reseñé hace años la experiencia de jugar a títulos que se ejecutan directamente en los servidores de la compañía con conexiones 4G. Y, obviamente, soy usuario de Game Pass desde antes de comprarme la Xbox Series X, por lo que ya lleva años jugando a juegos en la plataforma.

¿Qué ha cambiado entonces?

Pues dos puntos principales:

  • El primero es que desde el año pasado tengo acceso a fibra tanto en mi casa de Madrid (recordemos que vivo en un pueblo de apenas mil habitantes) como en Gijón. En esta última, realmente, teníamos posibilidad de ponerlo desde el comienzo, pero es que al pasar muy pocos meses al año allí estuvimos tanteando trabajar con una arquitectura de red dependiente del 4G, y así ahorrarnos el coste mensual de un contrato más de fibra. Algo que, al final, hemos decidido, más por comodidad que por otra cosa, eliminar.
  • El segundo es que hasta el momento siempre he intentado aprovecharme de los catálogos online, pero disfrutando los juegos de forma local, descargándolos previamente: Por el motivo anterior, principalmente, pero también por la simple rutina a la que he estado acostumbrado desde los inicios del gaming en PC (descargas y juegas, por ese orden).

El tema es que recientemente, al renovar el Game Pass, se me ocurrió que quizás tendría sentido instalarlo también en la Steam Deck. Y en uno de esos findes tontos me puse manos a la obra, publicando, de paso, un tutorial sobre cómo instalar cualquier programa o juego en la Steam Deck, que puedes ver por aquí.

Pues bien, da la casualidad que para jugar a los juegos de Game Pass en la Steam Deck, al igual que pasa con los títulos de la futura difunta Google Stadia, es necesario jugar, sí o sí, desde el navegador de la consola/ordenador portable.

Es decir, que no es posible instalar directamente los juegos. Los tienes que jugar, sí o sí, en la nube.

Y ahí es donde quería llegar. Porque me he sorprendido bastante al encontrarme con que la experiencia de juego es prácticamente la misma (hablaremos ahora en profundidad sobre ello), con algunos añadidos que lo hacen más o menos favorable, según la ocasión y el título en cuestión.

Tanto que me ha parecido también interesante empezar a jugar a dichos títulos en la Xbox… pero con la versión online, sin descarga previa.

¡Vamos a lío!

Ventajas del juego en la nube

Obviamente, la primera parada es que al jugar directamente desde los servidores de la compañía, no tienes que descargar nada. Y, por ende, juegas directamente, sin esperar unos minutos u horas a que se haya descargado en local el contenido.

Añade a esto otro tema, y es que tampoco ocupa espacio de almacenamiento local (por razones obvias). Algo que, por ejemplo, en mi versión de 256GBs de Steam Deck, pues mira, se agradece.

Sin ir más lejos, el último juego que he jugado en la Steam Deck descargado fue el Horizon Zero Dawn, y hablamos de un título que ocupaba cerca de 80GBs. Es decir, casi un tercio de todo el almacenamiento que tiene la consola en local.

Sin embargo, estos días he estado disfrutando del Guardians of the Galaxy, que ocupa más o menos otro tanto, en el servicio de Xbox Cloud, sin descarga de ningún tipo. Le doy a jugar, se tira unos 5 segundos ejecutando una instancia en sus servidores, y a jugar.

Y para concluir con esta parte, voy a dejar solo una de las pinceladas del tema que me lleva a escribir este artículo, y es que, de pronto, el procesador y la tarjeta que monte el dispositivo de juego importa bien poco, ganando, en el caso de consolas portátiles, muchísima autonomía.

Por volver al caso anterior, el Horizon Zero Dawn jugado en la Steam Deck tenía momentos de rascones severos. Con Guardianes de la Galaxia, al jugarlo desde el navegador, no he tenido ninguno. Y es más, el gasto de batería era dramático en el juego en local (alrededor de una hora, hora y media de juego con el primer título ejecutado en la consola, mientras que con el segundo, ejecutado en la nube, perfectamente podría haberme tirado sesiones de cuatro o cinco horas).

El corolario general es que de pronto el cambiar de un título a otro es bastante más cómodo, incentivando ese «picoteo» de catálogo que tan bien les viene a estas compañías.

Desventajas del juego en la nube

No todo podía ser bueno, y me he encontrado en este tiempo algunos detalles que sí hacen, a veces, echar en falta el juego en local.

El primero y más esperable es que necesitas una conexión buena estable. Algo que por supuesto la fibra óptica casi te asegura, pero que no siempre se cumple a la perfección, apareciendo artefactos en el juego, o aumentando la latencia lo suficiente para que sea molesto moverse y realizar acciones en juegos más exigentes.

Sobre esto he de decir que la experiencia ha sido fabulosa incluso en itinerancia de datos (transporte público) conectado al 4G del móvil (he matado al jefe final del Signalis en un autobús mientras volvía a casa). Pero claro, no es perfecta. Algo que sobre todo van a notar aquellos (no es mi caso) que tiendan a jugar a juegos muy exigentes, como el de los shooters.

Y otro problema, que podría parecer baladí pero a mi personalmente me molesta bastante, es que al ejecutarse en red, no hay posibilidad de poner el juego en hibernación y volver al punto anterior en la próxima sesión.

Cuando le das a «apagar» la consola, en efecto se queda en stand by el juego que estés jugando, pero si pasan más de unos minutos, al volver te encuentras con que la conexión se ha perdido y tienes que volver a cerrar el juego, abrirlo nuevamente en la interfaz web, y cargar el último punto de control que hayas tenido. Algo que se agrava aún más en los juegos donde no hay autosave, como son la mayoría de los survival horror que tanto disfruto últimamente…

El hardware intrascendente

Pero volvamos al tema principal de este artículo, y es que, en efecto, gracias a esa experiencia de juego cada vez más cercana a la perfección en juegos en la nube, entramos en un escenario del cual ya hemos hablado en no pocas ocasiones: el de que el hardwre pasa a no ser importante.

O al menos la potencia bruta, que históricamente ha sido un espacio obligatorio para cualquier jugador.

La Steam Deck es capaz (con las limitaciones de su resolución, claro) de ejecutar en local casi cualquier juego actual. Pero a cambio de un consumo de batería muy considerable. Sin embargo, como comentaba anteriormente, al ejecutar el juego en los servidores, el consumo de batería pasa a ser casi el mismo de una navegación web un tanto exigente. Casi el mismo que el que consumiríamos viendo vídeos de Youtube o con un streaming desde el navegador.

Y es entonces cuando, de pronto, caes en la consideración que la propuesta de la cual hablábamos hace unas semanas, en la que Google apostaba por sacar al mercado varios Chromebooks para gaming, tiene todo el sentido del mundo.

Hablamos de portátiles con procesadores de gama media y gráficas integradas. Es decir, características a priori de dispositivos de ofimática, no de gaming. Que, sin embargo, sí cuentan con pantallas muy buenas (hasta los 120Hz), teclado retroiluminado, un chip de modem de última generación, y un sistema operativo integrado con las principales plataformas en la nube.

Gracias a ello, Google se ha sacado de la manga unos dispositivos a un precio bastante inferior al típico de dispositivos de gaming… pero que, sin embargo, y para juegos ejecutados en la nube, ofrecerán una experiencia maravillosa. Probablemente hasta mejor que la que tendremos en los portátiles gaming clásicos.

Y no, esto no significa que ya no vaya a tener sentido tener una consola. Seguirá habiendo negocio en eso de la compra de juegos y ejecución en local. Ya sabemos que todo lo que sean suscripciones, o incluso las compras que hacemos en digital, no tienen las mismas garantías (ni de lejos) que un cartucho o un CD que tienes tú en tu casa, y que puedes prestar o revender a quien te de la real gana.

Pero oye, cada vez resultará más inmediato, más democrático, acceder a juegos de gran calidad. Algo que ya hemos vivido con la industria de la música y del cine (ya no es necesario tener un reproductor de música o un home cinema en casa para igualar la experiencia top de este tipo de entretenimiento), y que tiene pinta de que ya está empezando a ocurrir con la industria del videojuego.


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