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Guillermo Sánchez Vega, de El País, se puso en contacto conmigo recientemente para hacerme unas cuantas preguntas sobre qué podemos esperar de una tecnología como BlockChain, de cara a preparar un reportaje para el lanzamiento de El País Retina.

La pieza, escrita a partir de las declaraciones de algunos expertos del sector, puede consultarla al completo en su página web (ES), pero aprovecho para dejar por estos lares las respuestas a las preguntas que me hizo:

1. Todo el mundo habla del futuro del blockchain. Aparte de los servicios financieros, ¿cuáles son los usos que va a tener esta tecnología a medio plazo? ¿Cuánto tiempo crees que va a tardar en extenderse su uso? ¿Crees que nos va a cambiar la vida a los ciudadanos de a pie o es una moda (la llamada technological sublime)?

Bajo mi humilde opinión, hay que entender blockchain como una mera herramienta que permite garantizar el mantenimiento de un registro de transacciones. Es decir, saber a ciencia cierta que X persona envió X paquete a X persona en X fecha.

Ahora sustituye persona por usuario, por cliente, por paciente, por lo que sea, y paquete por dinero, por información, por documentos… y tendrás entre manos lo que puede llegar a ofrecer blockchain en años venideros.

Realmente los únicos límites que tenemos los pone nuestra imaginación. Todo sistema en el que haya algún tipo de compartición está sujeto a que una tecnología como blockchain pueda aplicarse. Por supuesto, el sector financiero es el primer sospechoso (transacciones económicas), pero también sectores tan antagónicos como puede ser el de la abogacía (firma de contratos inteligentes), la medicina (tratamiento de los datos de los pacientes) o la propia gestión de las ciudades y de la ciudadanía en general (recogida del voto de los ciudadanos, administración de peticiones públicas…) se prestan a ser «victimas» de esta nueva forma de entender las comunicaciones.

El mayor hándicap al que nos enfrentamos, no obstante, es a la reticencia histórica al cambio

Bien sea dada por factores puramente culturales (si algo funciona, aunque funcione mal, no lo toques) y por criterios más exógenos (recursos necesarios para materializarlo, problemas técnicos asociados a su implantación, formación de los trabajadores…). De ahí que ya haya iniciativas en el mercado que están desarrollando productos con una base de blockchain, y haya otras que solo se han definido y que previsiblemente tardarán más de un lustro en materializarse, si es que en algún momento llegan a ser reales.

En todo caso creo que tarde o temprano tendremos que poner los pies en la tierra. El blockchain es una tecnología tan disruptiva como lo puede ser la realidad virtual o lo fue la computación personal. Y por eso mismo tiene su ámbito, que además está bastante más alejado del usuario que lo que cabría esperar. Dudo mucho que en algún momento veamos a la gente por la calle vanagloriando lo mucho que le ha cambiado la vida el blockchain. Son tecnologías de background, que podrían definir el diseño de muchísimos servicios futuros, pero el grueso de la sociedad no tiene por qué ser consciente de su existencia, ni mucho menos preocuparse por su funcionamiento.

Además, el que sea posible aplicar a un proyecto una cadena de bloques no lo hace esencialmente necesario. Ha sido hasta el momento, y en el ámbito estudiado, el acercamiento más adecuado que hemos encontrado para solventar el problema de la certificación en transacciones. Y el día de mañana puede que encontremos otro atajo más óptimo, puede incluso que ni siquiera esto sea ya un problema.

2. ¿Cuáles son los aspectos negativos de blockchain? ¿Va a suponer un mayor control hacia los ciudadanos o una pérdida de privacidad? ¿Existe otra cuestión que se me escape?

Hablar de aspectos positivos o negativos en una tecnología no tiene sentido. Es, como decía, una mera herramienta para conseguir un fin, y por ello, ni es buena ni es mala, simplemente es lo que queramos que sea con el uso que le vayamos a dar.

Dicho esto, si es cierto que hay una parte de la industria interesada en que el blockchain rompa su principal fortaleza, que es que cualquier modificación en su historial corrompe toda la cadena, siendo fácilmente identificable. De nuevo, esa cualidad verificadora que comentaba anteriormente.

Parece que Accenture está trabajando en una suerte de blockchain administrado, una nueva versión que operaría como hasta ahora lo hace el blockchain solo que además tendría la capacidad de definir una serie de agentes capaces de modificar las transacciones.

Los usos que se puedan desprender de esto ya quedan a la imaginación de cada uno. Bajo mi punto de vista creo que es una mala decisión, ya que a fin de cuentas estamos abriendo artificialmente una grieta que podría ser aprovechada tanto por los «buenos» (los agentes a los que el sistema de los permisos de edición) como por los «malos» (terceros interesados en explotar esta grieta como nuevo vector de ataque para corromper, con los fines que sea, el buen funcionamiento de la cadena de bloques).

3. ¿Quiénes son los líderes actuales en el desarrollo del blockchain? ¿Corre peligro Europa (una vez más) de quedarse atrás respecto a EE UU?

Hombre, seguramente el proyecto más conocido que hace uso de la cadena de bloques es el BitCoin, al que debemos su desarrollo.

No es, por cierto, la única criptomoneda que lo utiliza. Otras quizás menos conocidas como Dogecoin o Litecoin también usan de una u otra forma el blockchain para asegurar sus transacciones.

Blockchain también puede servir como base para definir redes informáticas descentralizadas. Para entendernos, una especie de alternativa al Internet cada vez más centralizado en menos agentes que tenemos en la actualidad. Proyectos como Ethereum (ES) o Blockstack son algunos referentes que se me ocurren.

Sin olvidar la propuesta que tiene IBM para solventar el problema de comunicación entre dispositivos del Internet de las Cosas (IoT) mediante lo que ellos llaman «Democracia de dispositivos«, o lo que es lo mismo, una cadena de bloques aplicada a la estandarización de transacciones en el IoT.

Sobre la segunda pregunta, más que un peligro yo vería una oportunidad.

El problema de la competencia tecnológica europea frente a la americana no se debe tanto a que aquí no haya capacidad de plantarles cara, sino que nuestro mercado es, para bien y para mal, muchísimo más complejo y proteccionista.

Y digo que esto es tanto bueno como malo porque, por un lado, existe mayor presión para que los proyectos que salgan adelante sean sensibles a los intereses y derechos del usuario, evitando que se materialicen propuestas que si bien pueden ser muy interesantes de cara al negocio, atentarían con alguno de nuestros principios sociales. Lo que de facto complica más las cosas a cualquier interesado en sacar adelante un proyecto disruptivo, no recogido aún convenientemente en la jurisdicción oportuna, y por tanto, con muchas más barreras a las que enfrentarse.